Rafael Barbero

Lo que de verdad importa

Rafael Barbero


Impulsar la economía, la mejor política social

14/04/2024

Irlanda tiene una población de poco más de 5,2 millones de habitantes, ocupando en este ranking el puesto 121 de los 196 existentes. Si bien, a nivel de su economía este puesto crece hasta la posición 25 si tenemos en cuenta su Producto Interior Bruto total (PIB) y logra un excelente 4º puesto mundial en PIB por habitante con 95.290 euros. Si comparamos este dato con el español, 30.320 euros, observamos que un irlandés produce el triple que un español cuando en 1992 esta variable en ambos países era prácticamente idéntica. Y si comparamos los índices de desempleo advertimos que en España llegamos a un 11,5% de la población activa mientras que en Irlanda se queda en un 4,3% lo que supone que también en este dato nos triplique, aunque en esta ocasión sea a la baja. 

¿Y qué ha motivado que en estos últimos treinta años este país haya alcanzado cifras económicas tan espectaculares? La actual situación económica de Irlanda se debe a que desde hace casi tres décadas ha aplicado una política consistente en atraer inversiones extranjeras a través de la reducción de impuestos, bajando de una tasa del 40% al 12,5% actual (aunque próximamente subirá al 15%), lo que ha permitido que cuente hoy con un gran número de multinacionales, sobre todo de ámbito tecnológico y farmacéutico, en proporción al tamaño de su economía. Si bien es cierto que al estar domiciliadas estas multinacionales en Irlanda su producción suma en el PIB del país aún a pesar de que no se genere en el mismo, distorsionando la percepción económica de sus habitantes que parecen más ricos de lo que son, también lo es que la actividad que estas compañías realizan allí genera un empleo y un emprendimiento de muy alta calidad y, consecuentemente, de elevada generación interna de riqueza y salarios. Por tanto y aunque no tenga sentido comparar el PIB por habitante de Irlanda y de España sí es cierto que el haber atraído a grandes empresas tecnológicas les permite gestionar a su favor la riqueza inducida que las mismas generan tanto a nivel laboral, con el consiguiente impulso del consumo, como empresarial recaudando una importante cantidad de impuestos. 

Cuando visitas el país observas como el dinamismo económico es palpable y generalizado lo que se suma a un estilo de vida cercano y alegre y a una oferta cultural amplia y dinámica, especialmente en algunas de sus principales ciudades (Cork fue Ciudad Europea de la Cultura ya en 2005). Si bien me gustaría detenerme en dos aspectos que también se perciben claramente y que tienen asimismo reflejo cuantitativo.

El primero factor es la gran cantidad de población que aún reside en las zonas rurales. Y esto se confirma analizando los datos que el Banco Mundial ofrece sobre el porcentaje de población rural que en Irlanda se situaba en 2022 en un 36% (más de 1 de cada tres irlandeses) cuando en España apenas llega a 19% (uno de cada cinco); y todo ello a pesar de todas las políticas de repoblación rural que se están poniendo en marcha en nuestro país para intentar recuperar algo prácticamente ya imposible como es repoblar la España vaciada. Preguntando allí las causas de esta situación las principales respuestas se basan en el desarrollo de una cultura muy ligada a los sectores agroalimentario y turístico que unidos a una alta capacidad de consumo consiguen mantener empresas que pasan de padres a hijos en el medio rural.

La segunda variable que llama la atención es la elevada cantidad de gente joven que te encuentras por todas partes y sobre todo cubriendo puestos de trabajo en el sector servicios. Esta percepción también tiene una base cuantitativa ya que Irlanda tiene un índice de natalidad del 10,5 por mil cuando en España es muy inferior (7,19 por mil) y en la pirámide de población de Irlanda un 38,4% de la población tiene menos de 30 años cuando en España apenas superamos el 30%. Además, mientras que en España únicamente un 24% de la población de entre 15 y 24 años tiene empleo, en Irlanda es dato supera el 36%, motivo principal por el que la edad de emancipación en Irlanda es a los 27 años mientras que en España supera ampliamente los 30 años.

Por tanto, y a pesar de que un análisis más en profundidad podría aportar muchas más explicaciones, podemos decir, sin temor a equivocarnos demasiado, que la apuesta por atraer inversión extranjera de calidad a través de la rebaja de impuestos impulsada por Irlanda le permite alcanzar un desarrollo no solo económico sino también social que en España, muy a pesar de todas las políticas sociales puestas en marcha, desearíamos poder conseguir. Y que apostando por una economía privada robusta y de futuro se consiguen muchos mejores resultados que incrementando el gasto público sin límite. Evidentemente harán falta políticas de redistribución de la riqueza y de cobertura de necesidades sociales, pero siempre será más positivo repartir riqueza que pobreza.