El peor final de una huida hacia delante

FERNÁN LABAJO
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Óscar Piñón, de 46 años y de Ferrol, robó un arma de un compañero en A Coruña y se dio a la fuga. La Guardia Civil le interceptó en la gasolinera de Villagonzalo y fue abatido en una refriega de película. Tenía problemas psiquiátricos y de drogas

Dos trabajadoras de la gasolinera vierten arena sobre las machas de sangre que quedaron en el asfalto. - Foto: Alberto Rodrigo

A la Guardia Civil de Burgos llegó ayer por la tarde un aviso procedente de la Policía Nacional de Galicia. Óscar Piñón Casal, un agente investigado por asuntos internos por una causa de drogas que en ese momento se encontraba de baja, había robado un arma de una taquilla de un compañero y se había dado a la fuga en coche. Se tenía la sospecha de que podía pasar en algún momento por la provincia. Y así fue. En torno a las 3 de la mañana, una patrulla de Tráfico le localizó en la A-231, a la altura de Las Quintanillas. Lejos de detenerse, siguió su huida hasta atrincherarse en la gasolinera de Villagonzalo Pedernales, donde se produjo un tiroteo en el que acabó siendo abatido. 

Según informaron fuentes de la Benemérita y de la Subdelegación del Gobierno en Burgos, este policía nacional gallego de 46 años y natural de El Ferrol, que formaba parte de la Comisaría Sur de A Coruña, llevaba un tiempo investigado por los asuntos internos del cuerpo al verse envuelto en una redada antidroga. Estaba, además, de baja psicológica y se le había retirado el arma por «insuficiencia en las aptitudes psicofísicas». De hecho, había pasado a segunda actividad por este motivo, si bien informaciones cercanas al caso indicaron que aún no se le había comunicado.

Lo cierto es que en la mañana del martes se acercó a la comisaría en la que estaba destinado para llevar a cabo un trámite administrativo en relación a la mencionada situación laboral. Fue entonces cuando se dirigió a los vestuarios de las dependencias policiales, forzó la taquilla de otro agente y sustrajo su arma. Cuando este efectivo se percató del robo, se diseñó un amplio dispositivo y se puso a Óscar Piñón en busca y captura. 

Fue entonces cuando llegó el aviso a las unidades de la Guardia Civil en Burgos, pues desde la Comisaría de A Coruña tenían la certeza de que este sujeto había huido por carretera en un vehículo concreto y que se encontraba armado. Según informaron fuentes cercanas a la investigación, no había tomado un rumbo concreto ni tampoco se conocía el objetivo concreto de su fuga. En plena madrugada, cuando estaba a punto de llegar a la capital por la A-231, su escapada llegó a su fin de la manera más trágica. 

Una patrulla de la Agrupación de Tráfico del Instituto Armado localizó su vehículo a la altura de Las Quintanillas, donde procedieron a darle alto. Sin embargo, el policía nacional perseguido mantuvo su huida. De hecho, empuñó la pistola, la sacó por la ventanilla y comenzó a disparar el vehículo que le seguía. 

Al dispositivo se sumó entonces otra dotación de Seguridad Ciudadana del puesto de Castrojeriz. Al verse acorralado, optó por entrar en la gasolinera de Villagonzalo Pedernales ubicada en la BU-30, junto al hotel Rey Arturo. Una vez allí, se atrincheró a escasos 50 metros de los surtidores de gasolina. Ante la posibilidad de que pudiese llegar a la capital, acudieron al lugar otra patrulla de Burgos y también de la Policía Nacional. 

Cuando comenzaron a llegar, Óscar Piñón se bajó del coche y comenzó a disparar a los agentes que trataban de detenerle y que se refugiaron en los túneles de autolavado del área de servicio. Tras varios minutos en los que, según fuentes del caso, el investigado llegó a vaciar los dos cargadores del arma que tenía en su poder, fue alcanzado al menos tres veces. Dos en la pierna y una en el pecho, que fue lo que acabó con su vida. 

(Más información, en la edición impresa de hoy de Diario de Burgos)