De condecorado a detenido por drogas

I.E.
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El agente abatido ayer en Villagonzalo fue distinguido con una medalla cuando estaba en Canarias. Sus allegados advierten de que tras el ataque de un detenido cuando vigilaba los calabozos en A Coruña empezó a sufrir problemas psicológicos

El policía fallecido se atrincheró frente a los surtidores de gasolina del área de servicio. - Foto: Alberto Rodrigo

Una de las incógnitas que gira en torno a la evasión de este agente gallego tras robar el arma a un compañero es si se dirigía a un destino determinado o bien había emprendido una huida hacia delante sin un propósito concreto. El hecho de sustraer la pistola a otro policía hacía pensar que podía haber iniciado un viaje en busca de alguien de quien vengarse o ajustar cuentas. Pero, en principio, la investigación descarta este extremo y se decanta más bien por la teoría de que el fallecido actuó movido por un arrebato en el contexto del trastorno psicológico que sufría y por el que fue apartado del servicio.

El caso es que hace 9 años nada hacía presagiar que Óscar Piñón Casal iba a acabar de la manera que ha acabado, muerto a balazos tras enfrentarse a la Guardia Civil y a la Policía Nacional. En poco menos de 10 años su vida se convirtió en una pesadilla. En el 2014 este agente de policía nacional estaba feliz en su destino de la comisaría de Maspalomas de Canarias. El santo Ángel, el día de la policía, le distinguieron con la cruz al mérito policial con distintivo blanco. Era un 2 de octubre y ya había comenzado a hacer gestiones para regresar a Galicia. Nada podía hacer pensar que menos de nueve años después se trastornaría al entregar su placa en el cuartel de Lonzas, en A Coruña, un mes después de ser detenido en una redada contra el tráfico de drogas en Valdoviño, según informa Bea Abelairas, de La Voz de Galicia.

«Era una persona amable, un buen compañero, pero hace tiempo que necesitaba un ingreso por sus problemas psiquiátricos, la terapia no le llegó a tiempo», cuenta a La Voz una de las últimas personas que habló con él poco antes de que se desencadenase el episodio en el que su cabeza le jugó la peor pasada. El martes acudió a la llamada de sus compañeros para que entregase la placa, antes de pasar a la segunda actividad. Una especie de jubilación anticipada a sus 46 años y motivada por sus problemas psiquiátricos. Se le dijo que podía ir a cualquier hora, sin preocuparse por nada más. Pero Óscar llegó a la Comisaría de Lonzas, en A Coruña, y comenzó a sufrir uno de esos episodios de terror demasiado habituales, consecuencia, cuentan quienes le trataron, de una mala experiencia que tuvo al regresar a Galicia.

Estaba destinado en seguridad y custodiaba los calabozos, pero en una de estas guardias sufrió un durísimo ataque de uno de los detenidos que le marcó de por vida. Desde entonces presentaba todos los síntomas de los soldados que han sobrevivido a escenarios horribles: ansiedad, trastorno de estrés postraumático, depresión y el abuso de drogas para poder vivir con todo ello. Consumía alcohol y lo mezclaba con otras sustancias. De hecho, un viernes, el pasado 24 de marzo, lo detuvieron en una casa de Valdoviño en compañía de cuatro personas más, que están en prisión acusadas de tráfico de drogas. Él quedó libre en unas horas, porque en su casa no se encontraron estupefacientes, pero un equipo de asuntos internos de la policía nacional inició una investigación (...).

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