Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Con agua sola

24/03/2021

Cuando crees que el panorama político ya no puede producirte más espasmos esofágicos, va uno de Burgos y te intensifica los calambres. El diputado provincial del grupo popular Ángel Guerra no encontró la semana pasada una mejor manera de hacer valer su opinión en un debate profesional, en el marco de su actividad pública, que mandar a la cocina a su compañera de Corporación del grupo socialista Carmen Miravalles.
El arrepentimiento de Ángel Guerra por su comportamiento machista llegó unas horas después, imagino que empujado por las críticas que le debieron llover hasta de su propio partido. Y aunque supongo que las disculpas habrán sido aceptadas por parte de Miravalles, lo cierto es que, aunque en la cocina suele decirse que somos lo que comemos, yo, puede que porque mi mejor plato sea el huevo frito deconstruido, soy más bien de somos lo que decimos, lo cual deja en bastante mal lugar al susodicho.
A pesar de no tener ni pajolera idea del arte de cocinar, lo cierto es que la cocina es uno de mis lugares favoritos de la casa, el espacio que muestra más que ningún otro de la vivienda si nos encontramos en un verdadero hogar o en un piso piloto… En el que disfrutar de una buena conversación con el cocinero mientras nos tomamos una copa de vino robada de la mesa elegantemente dispuesta en el salón…, o donde sucede lo más divertido de la fiesta cuando vas a buscar hielo al congelador…
En las casas modernas las cocinas son cada vez más pequeñas. Incluso en el intento de robar metros al infierno, se construyen en comunión con el salón, poniéndole el apelativo de cocina americana, como si fuera comparable a esas cocinas gigantes que nos muestran las casas con jardín de las películas de los bonitos barrios residenciales de las afueras de Nueva York…
No obstante, el problema de las cocinas españolas de la pandemia es más bien de lo que carecen que de lo que presumen, como sucede en esa canción popular que quizá él propio Ángel Guerra haya cantado acompañado por su guitarra en alguna sobremesa de esas que se alargan en las cocinas con motivo de las variadas fiestas de nuestra hermosa provincia. Se la recuerdo, a ver si logra tatarearla: Cuánto vestido blanco, cuánta parola…, y el puchero en la lumbre con agua sola…