Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Y luego, se apaga

14/12/2022

Desde el barrio de la periferia en el que han terminado convirtiéndose las pequeñas y medianas ciudades de interior de un país que tiene vistas al mar en casi todas sus latitudes, uno, o una, en mi caso, contempla con envidia los grandes proyectos de futuro que marca la brújula del progreso, con la misma sensación que los habitantes de los suburbios de una megalópolis asisten al encendido de luces navideño de la Times Square de turno. 

La reciente elección de Sevilla y A Coruña como las ciudades que albergarán las sedes de las agencias nacionales Espacial y de Supervisión de Inteligencia Artificial, respectivamente, refuerzan, de nuevo, mi sensación de que aquí continuamos a verlas venir, y mientras suspiramos por reabrir una central nuclear que no quiso mantener en funcionamiento ni su compañía propietaria, el siglo XXI está pasando por encima de este territorio en materia de infraestructuras, de tecnología, de sostenibilidad (más allá de los campos sembrados de molinos que proveen de electricidad a otras comunidades autónomas híper desarrolladas), de cultura, etc.

De esta forma, al mismo tiempo que los incondicionales del Tren Directo se manifiestan cada sábado en la Plaza Mayor con más moral que apoyo en una cruzada en la que ni en Valladolid ni en Madrid creen ni el PSOE ni el PP, en Barcelona se reunían 1.600 empresas de cuatro comunidades autónomas diferentes para recordar al Gobierno que, tanto el tejido productivo, como el social, quieren que se aceleren los plazos de una infraestructura, la del Corredor Ferroviario del Mediterráneo, que unirá a personas y mercancías desde Algeciras hasta el corazón de Europa. Un proyecto que seguramente estará culminado antes de 2030. 

Anuncios en cadenas de televisión, tertulias en medios de comunicación, artículos de opinión, reportajes sobre su importancia en los principales periódicos y su propia web dan buena cuenta de que este proyecto no tiene solo apoyo público, sino que la iniciativa privada y la demanda social se han remangado para poner de acuerdo a partidos y gobiernos de todos los colores. Mientras, a lo lejos, aunque no demasiado alto, y solo de vez en cuando, aquí se alza alguna voz que alude al Corredor Atlántico. Y luego, se apaga.