Fernando González Urbaneja

Cartas desde 44 leguas

Fernando González Urbaneja


Crisis de gobierno

08/06/2021

A los periodistas nos gustan las crisis de gobierno, dan juego para especular e inducir. ¿Quiénes salen… quiénes entran? ¿Cómo se cocina el relevo? ¿Qué significa? Una crisis bien gestionada, con discreción y sorpresa, da para tres días de noticias. Pero no es frecuente la buena gestión, hay que jugar en varias pistas con rapidez y no es encaje fácil. Las crisis de gobierno son responsabilidad del presidente que está facultado para designar y destituir a sus ministros y para disolver la legislatura. Lo demás es colegiado. 
Para hacer una crisis lo primero es despedir a unos cuantos, tarea incómoda que requiere alguna explicación. Franco, poco dado a detalles, despedía por carta que llevaba un motorista. Para Suárez y González despedir suponía un dolor de muelas, tarea incómoda que les costaba ejecutar, alargando y complicando las crisis. Aznar era de pocas palabras, de silencios incómodos; Rajoy resultaba inescrutable, propenso a los sobreentendidos. Zapatero quería ser cariñoso, amable, buen rollo… pero era más frío de lo que aparentaba. 
¿Cómo despedirá Sánchez? A alguno le dejará cocer en la salsa de opiniones hostiles. Para nombrar recurrirá al teléfono con poco margen de decisión. La crisis anunciada desde círculos próximos a Moncloa nos dará la medida del estilo Sánchez. ¿Despedirá con explicaciones y compensaciones o lo hará conciso y preciso? Sospecho que no va a resistir la tentación de sorprender, de ser original, para acreditar que ejerce el poder sin limitación ni condiciones. 
De momento a los ministros les deja en suspense, entre curiosos e inquietos por la suerte que les vaya tocar. Cuando se abre el melón nunca se sabe cómo sigue; no se puede ir tan rápido como se desea y el dominó de salidas y entradas se complica alentando la especulación. Esta crisis se ha planteado a distancia, no con carácter inminente, antes tienen que pasar algunas cosas con relevancia política que pueden aconsejar cambios de pista. La crisis puede entretener y distraer, propiciar especulaciones y enredos, movimientos estúpidos o inteligentes, acosos y encumbramientos. Justo lo que menos necesitan los españoles en estos momentos.