A los amantes del deporte nos falta algo en esta época del año. Junto a nuestro Arlanzón vemos El Plantío y el Coliseum vacíos, huérfanos de su gente, sin goles ni canastas que celebrar, sin esos eventos que son EL PLAN que ha devuelto a nuestra ciudad una bulliciosa pasión deportiva. Nuestro deporte nos ha hecho sacar pecho, orgullosos de lo que somos, burgaleses, convertidos en una de las mejores aficiones en lo futbolero y oficialmente en la más numerosa de la ACB, aunque tristemente eso no haya sido suficiente para mantenernos donde nos merecemos, y donde hay que volver cuanto antes. Para ello, nada mejor que la respuesta de la marea azul renovando su abono. La afición es el corazón de nuestro San Pablo y lo está volviendo a demostrar, con el plus de su generosidad solidaria. Aplaudo las facilidades que ha puesto el club, incluso con abonos gratis, poniendo en valor que con su afición encontrará el camino de vuelta. 

Al ladito, los vecinos del Burgos han hecho algo tan poco habitual y tan de valorar como es rectificar para atender la demanda de quienes han hecho de El Plantío un fortín. Pocas cosas más emocionantes que niños que crecen siendo del Burgos, que van al cole con la camiseta del equipo de su tierra. Ahí está el presente, nuestro futuro e ilusión. Y no hay ilusión equiparable a la mirada feliz de un niño que elige como ídolos a esos futbolistas que nos representan. ¡A por los 10.000!

En esa hormigonera que no se perdió ni El Parral vamos todos ante el gran reto de consolidarnos tras un debut que ni en nuestros mejores sueños hubiéramos imaginado. Como constructores, el míster Calero y el arquitecto Michu. Un gran acierto que sean pregoneros de nuestras fiestas porque ellos son dos de los principales artífices de haber traído a Burgos tanta felicidad. ¡Viva Burgos y su hinchada!