Rocío Martínez

Pegada a la tierra

Rocío Martínez


La vida se pone seria

17/03/2024

Más cerca de los 50 que de los 40, llevo regular lo de hacerme mayor. Ni me atrevo a utilizar la palabra envejecer. Y no lo digo por aquella piel de los 20 años que arrojan las fotos vintage cuando abres el baúl de los recuerdos fotográficos. ¡Qué nostalgia mirando aquella tersura que no volverá! Tampoco porque hace años, el cuerpo mantenía él solito cada cosa en su sitio, y ahora, en la mediana edad, hay que currárselo. Esto en realidad te lo medio arregla un placer impagable y más necesario y disfrutable que nunca con el paso de los años, el deporte.

No es nada de eso. Son las pérdidas las que se convierten en una losa. La pérdida de la inocencia, de la frescura, de la gracia, de la chispa, del descaro, de la despreocupación, de las fiestas alborotadas, de aquellas noches que se hacían días bailando, riendo, noches de exaltación de la amistad, de primeros amores, noches felices, como si el mañana no existiera. A esas edades el mañana aún no pesa, todo es ilusión. Bueno, el mañana en realidad en aquella época pesaba, si acaso, al día siguiente, al despertar. Y aunque no he sido yo de muchos excesos, confieso que algún día sí me levanté diciendo aquello de «No vuelvo a salir». Pues aquí me ven ahora diciendo, «tengo que salir más». 

Porque de pronto, un día te das cuenta de que vas más a funerales que a discotecas, incluso que a bares. Que un lugar que antes no pisabas nunca, los tanatorios, está en tu agenda, y en la de tu entorno, cada vez más a menudo. Cada vez más cerca. No siempre por ley de vida, por cuestión de edad. A veces, cada vez más, cuando no toca. Y por cada buena noticia que recibes a tu alrededor, te llegan un puñado de noticias duras, solemnes mazazos que te van borrando la risa, y hasta la sonrisa. La vida se pone seria. No sé si da miedo, pero invita a pensar. 

Pero como el «ojalá volviera a tener cinco años» que tantas veces anhelo es una quimera, toca cambiar el enfoque para esta segunda mitad de la partida de la vida. Porque ahora, aunque algunas semanas parezcan eternas, los años vuelan, en un pis pas. Así que toca exprimir, saborear bocado a bocado todo lo bueno que venga. 

Al menos con la experiencia, con los años, empiezas a discernir, a tener bien claro lo que quieres y lo que no, lo que te gusta y lo que no. En la lista de lo primero: paisajes bonitos, buenas conversaciones, historias que contar, deporte que practicar y celebrar…. Pero sobre todo buena gente y que te quieran. ¡Ah! Y tengo que salir más. 

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