Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Perros o mariposas

07/10/2020

La paradoja de Zhuangzi cuenta que Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Chuang Tzu que había soñado que era una mariposa, o si era una mariposa que soñaba ser Chuang Tzu. 
Esta contradicción filosófica de la literatura china representa con gran sencillez el espíritu absurdo de la realidad, que uniendo dos ideas en cierto contrasentido pretenden encontrar la verdad oculta. 
La aparente oposición a la lógica que encierran las paradojas siempre me ha atraído. No obstante, cuando era más joven envidiaba esa claridad de ideas y retahíla de afirmaciones de las que alardean algunos, esa especie de pureza o de RH negativo del intelecto, rememorando al fallecido Xabier Arzalluz, que tanta seguridad otorga a quien lo ejerce. Sin embargo, con el paso del tiempo he ido apreciando cuánta más verdad hay en el discurso de quien duda, que en el de quien niega o afirma con vehemencia. Cuánta más razón hay en quien es capaz de escuchar ideas opuesta a las suyas, que en quien se empeña en reforzar sus propios argumentos atendiendo solo a quienes les une la misma comunión de pensamiento. 
Pero no confundamos paradoja con sofisma: razonamiento lógico con apariencia de verdad que en realidad no lo es. Mientras la paradoja avanza hacia la claridad, el sofisma lo hace hacia la oscuridad. Mientras que la primera ejercita la mente en la búsqueda de soluciones, el segundo persigue crear falsedades. 
La realidad política que nos rodea aparenta ser una paradoja, pero es un sofisma. Recuerdo aquel que nos ponían de ejemplo en las clases de Filosofía del instituto: Todos los perros son mortales. Aristóteles es mortal. Por tanto, Aristóteles es un perro. El discurso político que llevamos escuchando desde el pasado mes de marzo no difiere mucho de éste. Y venga desde la bancada que venga, desde la administración que sea y desde el territorio que corresponda, aunque en este caso en unos más que otros, se repite en bucle haciéndonos creer que, como Aristóteles, todos somos perros. Mientras, los ciudadanos cerramos los ojos resignados y, como las mariposas, soñamos que somos Chuan Tzu.