Carlos Briones Llorente

Entre ciencias y letras

Carlos Briones Llorente


¿Sabemos cómo empezó la vida?

09/04/2023

En mi último artículo publicado en esta sección, el pasado 12 de marzo, me aventuré a realizar una propuesta para nuestra ciudad: incluir en el Paseo del Espoloncillo una línea del tiempo que, a lo largo de 300 metros, nos permitiera ir recorriendo los principales eventos geológicos, químicos y biológicos producidos en los 4.500 millones de años (Ma) de historia de nuestro planeta. 

Esta idea ha tenido una gran acogida y desde ese día he recibido muchos apoyos, tanto a nivel personal como institucional. El propio Diario de Burgos amplificó la repercusión de mi propuesta el lunes 20 de marzo, al dedicarle una doble página que incluía una cuidada infografía. Allí se recogían declaraciones de varias personas muy relevantes dentro y fuera de nuestra ciudad: a todas ellas les agradezco sus palabras y entusiasmo.

Si tal idea acabara haciéndose realidad, una parte especialmente relevante en el recorrido por el llamado 'tiempo profundo' serían los 400 Ma en los que la Tierra se convirtió en un planeta vivo. Esos 27 pasos que daríamos al avanzar desde los 3.900 hasta los 3.500 Ma supondrían la respuesta a la pregunta ¿cuándo empezó la vida? Pero, ¿qué sabemos sobre el cómo y el dónde?

Los científicos utilizamos dos aproximaciones complementarias, que intentan recoger todos los datos disponibles. La primera consiste en repasar qué pudo ocurrir en nuestro planeta desde el comienzo del paseo por el Espoloncillo. Esta estrategia, conocida en inglés como bottom-up, ha mostrado que desde los 4.500 hasta los 3.900 Ma el bombardeo masivo inicial de meteoritos y cometas dio paso a una época más tranquila y menos caliente: el vapor de agua de la atmósfera se condensó y, tras millones de años de lluvias torrenciales, originó ríos, mares y océanos.

La interacción entre la hidrosfera, la litosfera y la atmósfera permitió que muchas moléculas de nuestro planeta reaccionaran entre sí, y también con las llegadas a bordo de meteoritos y cometas. El reciente descubrimiento en el asteroide Ryugu de uracilo, uno de los componentes del ácido ribonucleico (ARN), es un ejemplo más de cómo la química del Universo pudo aportar ingredientes exógenos a la 'sopa primitiva' que en esa época se cocinaba en nuestro planeta. Aunque sería mejor usar una pizza como metáfora, pues la interacción con ciertas superficies minerales fue clave para el aumento de complejidad de las moléculas orgánicas.

Este es el campo de trabajo de la 'química prebiótica', disciplina iniciada en la década de 1950 por el norteamericano Stanley Miller y el español Joan Oró. Precisamente en 2023 estamos celebrando el centenario del nacimiento de este último, un genial bioquímico de Lérida pero que, como en tantas ocasiones, realizó toda su investigación en Estados Unidos.

La segunda aproximación hacia el origen de la vida, conocida como top-down, consiste en caminar desde el presente hacia el pasado comparando las secuencias de ADN y los metabolismos de la biodiversidad que nos rodea. Así hemos descubierto que todos los seres vivos conocidos, y los ya extintos que estudia la paleontología, provenimos de un antepasado común al que hemos llamado LUCA (acrónimo en inglés de Last Universal Common Ancestor). LUCA fue un tipo de microorganismo que vivió hace aproximadamente 3.600 Ma, antes de que se separaran las ramas de las bacterias y las arqueas (algunas de las cuales dejaron fósiles en rocas de hace unos 3.500 Ma).

Así, la investigación actual consiste en comprender cómo, a lo largo del tronco común del árbol de la vida, una química progresivamente más rica y compleja pudo dar lugar a sistemas celulares capaces de auto-reproducirse y evolucionar. Esos primeros seres vivos tal vez surgieron en los pequeños charcos de agua templada de los que nos hablaba Charles Darwin, en surgencias hidrotermales submarinas, o en entornos alternativos de la Tierra. ¿Y quizá también en otros planetas? 

Cada vez vamos colocando más piezas en el puzle del origen de la vida, pero aún son muchas las preguntas que permanecen abiertas. Temas para reflexionar en 27 pasos de nuestro paseo por el Espoloncillo.