Las botas, siempre en la maleta

Á.O. / Burgos
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Las más fuertes (3) | Cata Roselló se mudó con solo 14 años de Manacor a Albacete para perseguir su sueño de ser futbolista. Su siguiente paso fue el Burgos CF, donde intentará por tercera ocasión el ascenso a la Segunda RFEF

Cata Roselló, delantera del Burgos CF. - Foto: Jesús J. Matías

Catalina Roselló, más conocida como Cata, es de esas personas que tienen el fútbol como un pilar de su vida. Esa pasión la acompaña desde los cuatro años y es su principal motor. También una de las causas para ser quien es ahora, porque cuando apenas tenía 14 años decidió mudarse desde la ciudad mallorquina de Manacor, donde se crio, hasta Albacete para dejar atrás el club local Son Sardina y fichar por el filial del club manchego. Allí estuvo dos años e incluso llegó a debutar y marcar con el primer equipo, que competía en la segunda máxima categoría nacional.

Aquella decisión, tan valiente como aparentemente precipitada, acabó siendo la raíz de que acabase en Burgos dos años después. «El fútbol me apasiona, es lo que más me gusta del mundo y la única razón por la que salí de mi casa. Sí que había formado parte de la selección balear y había estado jugando Campeonatos de España en la península, pero era la primera vez que jugaba en un equipo de allí y que abandonaba mi hogar», reconoce la máxima goleadora del conjunto blanquinegro durante las dos últimas temporadas. Y es que aquí parece que ha encontrado «un proyecto ambicioso» con el que seguir creciendo, pues la próxima será su tercera campaña en la ciudad y en las dos anteriores ha acumulado más de treinta goles. Números que la convierten en una de las mejores jugadoras de la Primera Nacional y en uno de los grandes argumentos para pensar que más pronto que tarde Burgos disfrutará de la Segunda RFEF.

Pero su compromiso con el club del Arlanzón no se limita a liderar desde la punta del ataque un proyecto que este año pasará a manos de Tania Güemes. También ejerce como entrenadora en la cantera junto a la portera Elsa Gutiérrez, con quien comparte vestuario en el primer equipo. «El año pasado entrenamos en categoría alevín y este nos toca en prebenjamín. Me gusta mucho ser entrenadora. Mi padre siempre lo ha sido y es algo que me llamaba la atención. Es la primera vez que lo hago. Me encanta que las niñas vengan con tantas ganas de aprender y es un reto nuevo porque al ser tan pequeñas habrá que empezar prácticamente de cero», expresa la jugadora balear, que también reconoce que «motiva y gusta» servir como referente para ellas. «En Burgos hay muchas niñas que juegan al fútbol. Eso me impresiona y me ilusiona», añade.

Por todo ello, el año pasado dedicó buena parte de su tiempo a sacarse el título de nivel 1 de entrenadora y ahora espera poder cursar el Grado Superior de Acondicionamiento Físico. Una vida dedicada al fútbol, así que en su maleta siempre tiene que haber un par de botas.

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