Abriendo camino donde no había

ÁLVAR ORTEGA / Burgos
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Las más fuertes (2) | Raquel Rojo, jugadora del Archicerámica Balonmano Burgos. Dejar un deporte que llevas practicando gran parte de tu vida no es sencillo y menos cuando no tienes otra posibilidad

Abriendo camino donde no había - Foto: Luis López Araico

Cambiar de ciudad habitualmente implica cambiar de hábitos, cambiar de compañías, cambiar de costumbres. Cambiar de vida, en su pleno significado. Con 25 años, Raquel Rojo decidió mudarse a Burgos para estudiar Terapia Ocupacional, una decisión que le obligó a abandonar un hábito que había adquirido desde los diez años, ni más ni menos que jugar al balonmano. «En Palencia hay mucha cantera de balonmano. No es tan atípico. Hay muchos niños y niñas jugando desde que son muy pequeños. Yo me apunté con diez años y estuve cerca de 15 temporadas jugando allí», comenta la joven palentina, que una vez cambió el Carrión por el Arlanzón se quedó huérfana de su deporte. Sin otra posibilidad.

En Burgos, cuando ella llegó, no había ni un solo equipo femenino al que poder apuntarse. Ni en categoría sénior ni en todas las que lo preceden. Una realidad totalmente opuesta a lo que ella había vivido hasta entonces, ya que en su ciudad de origen había goleado en edad infantil, en cadete y también en juvenil hasta dar el salto al la División de Honor Plata, segunda máxima categoría nacional en la que se encontraba el Palencia Turismo, club del que formaba parte. «Éramos el equipo más modesto de aquella liga. Había rivales que eran profesionales, que cobraban por jugar y con el objetivo de ascender a la élite. Nosotras éramos un grupo de chicas muy jóvenes que mantuvimos el grupo y simplemente disfrutábamos jugando. No éramos profesionales para nada, pero teníamos mucho compromiso», recuerda Raquel Rojo.

Por todo ello, la decepción fue máxima cuando se vio obligada a pasar dos años, con la pandemia de por medio, sin competir. Una etapa que acabó cuando el Club Balonmano Burgos consiguió, tras varios años de insistencia, reunir a un mínimo de jugadoras para poder competir en la Primera División Territorial. «Hasta entonces ni siquiera tenía la posibilidad. Mucha gente estaba en mi situación, tú quieres seguir practicando un deporte, pero no puedes. Hay un equipo masculino y no uno femenino. Choca y es frustrante», subraya Raquel Rojo, que se enteró de la iniciativa «por redes sociales» y se lo comentó a Susana Rodríguez, quien pasó de ser compañera de clase a serlo también de vestuario. «No nos lo pensamos demasiado», añade.

Ya han pasado dos años desde que se iniciara dicho proyecto y para el tercero hace un llamamiento a más interesadas. «El club está apostando por encontrar más gente este verano, ojalá lo consigamos». El equipo empezó «de cero», formado por «muchas chicas que no habían jugado nunca». Eso sí, con el tiempo «el paso adelante es evidente», aunque no suficiente. Raquel Rojo quiere seguir siendo testigo del crecimiento del UBU Archicerámica BM Burgos.