Hace un tiempo ya que los vecinos de Cilleruelo de Abajo comenzaron a apostar por el voluntariado ambiental y el cuidado de su entorno para poner en valor su rico patrimonio natural. No dudan en colocarse su chaleco amarillo y salir a recoger basura en el entorno del Henar, su río, como hicieron a mediados de marzo, pero tampoco en sumarse a campañas de ámbito nacional o europeo en las que puedan colaborar aportando información sobre el medio que los rodea. En la última, Vigilantes del Suelo, un proyecto de ciencia ciudadana, recogieron muestras de una parcela próxima al río que pasarán a formar parte de una base de datos y que contribuirán a la elaboración de un mapa nacional de la salud de nuestros suelos.
De la mano de su ayuntamiento y de la Asociación Cultural Collalba, antes de comenzar con la recogida, los voluntarios recibieron en marzo una charla didáctica impartida por la profesora Juana Isabel López Fernández. Después, se dirigieron a la arboleda de Repuente, donde realizaron su trabajo como científicos, al menos durante unas horas. «Antes tenemos que formarnos un poco y leer todo el material que nos mandan desde el proyecto», detalla Raquel Casado, presidenta de la asociación, que puntualiza que participaron alrededor de 25 personas.
Con esas nociones sobre como actuar ya interiorizadas, procedieron a la recogida de varias muestras del terreno, «para ver su biodiversidad o sus características químicas, entre otras», explica. Para ello, también recibieron una especie de kit, que les permitió hacer un primer análisis y obtener unos datos, que después enviaron, junto con la muestra, a los promotores de este proyecto, entre los que se encuentran el Ministerio de Ciencia e Innovación, el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón e Ibercivis. Desde Cilleruelo han llegado a él a través de la UBU, una de sus embajadoras.
Cada uno de los puntos de recogida de material del suelo debe estar geolocalizado, «así los investigadores podrán tener una información muy amplia sobre como es su estado en muchas zonas», aclara Raquel Casado, que asegura que «es muy bonito participar de estas iniciativas». La presidenta de la asociación cuenta que es interesante poder aportar en este tipo de investigaciones científicas y que tanto los niños, como los adultos y más mayores del pueblo están aprendiendo mucho con este tipo de contribuciones. «Para los pequeños es como una clase de ciencia en vivo y para los mayores una formación. Colaboramos en proyectos que promueven la sostenibilidad y el cuidado al medio ambiente y ayudamos al equipo de investigadores a ser más eficaces, ya que no tienen que desplazarse a hacer esa recogida de muestras».
Preocupados por el agua. Este es el segundo proyecto de ciencia ciudadana en el que colaboran desde Cilleruelo de Abajo. El año pasado se sumaron a Aquacolab, también a través de la UBU y en el que colabora el Ministerio de Ciencia. «Sigue vivo y tiene como objetivo conocer la biodiversidad y la calidad del agua de los ríos. También nos dieron una caja con material para análisis, y gracias a la cual pudimos comprobar la presencia de organismos pequeños, conocer el pH o la existencia de nitratos o sulfatos», explica Raquel Casado.
Dentro de unos días, en abril, participarán en el que será el tercero, en este caso de ámbito europeo y denominado Piratas del Plástico. «Será muy bonito y a través de él analizaremos la presencia de microplásticos en el agua de los ríos y en las riberas». Y es que el voluntariado ambiental está muy activo en Cilleruelo de Abajo, un trabajo, que además de la recompensa de ver un pueblo «cada vez más limpio, protegido y cuidado», llega en forma de reconocimiento mediante la Junta de Castilla y León, que el 26 de abril les entregará uno de los premios Fuentes Claras. «Es un orgullo y también un incentivo que nos motiva a seguir trabajando en esta línea. Además nos lo pasamos muy bien y nos echamos unas risas». Y es que los chalecos amarillos de los voluntarios forman ya parte del paisaje de Cilleruelo.