Kronospan consolida la resurrección de Interbon

H.Jiménez-B. Antón / Burgos
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Dos años después de su compra las fábricas de Burgos y Salas afrontan 2015 con plena producción y proyectos de inversión millonaria. Dan trabajo a más de 250 personas

Un camión cargado de madera accede a las instalaciones de Kronospan en Salas de los Infantes. - Foto: Paco Azúa

Hace ahora dos años los trabajadores de las plantas de Interbon en Burgos y Salas estaban en vilo. Kronospan, la mayor fabricante de tablero del mundo, se hacía cargo de la gestión de ambas fábricas tras un largo y complejo proceso de compra. Parecía que ahí estaba su salvación, pero la nueva etapa arrancaba con varias nóminas sin cobrar (llegaron a acumularse 7) y los temores que siempre acompaña a un cambio de propiedad.

24 meses después de aquel diciembre de 2012, Kronospan ha logrado consolidar la ‘resurrección’ de aquellas fábricas, que suman más de 250 empleos (180 en Castañares y 80 en la localidad serrana) y generan otras cuantas decenas en forma de puestos indirectos. Es un ejemplo de un proyecto que sale adelante en medio de la crisis general, tras haber remontado la suya particular y que todavía necesita dar pasos hacia adelante para afianzar lo conseguido.

El director comercial y forestal de Kronospan, Carlos Navarro, considera que el proceso de ‘defunción’ de Interbon fue «un ejemplo de liquidación con éxito». En más de un momento todo pudo irse al traste. Se pasaron más de un año en concurso de acreedores. La fábrica paraba unos días sí y otros también. No llegaban los pagos ni siquiera a los trabajadores (aún tienen cantidades pendientes) y los bancos hacían cola preguntando qué había de lo suyo.

El hundimiento llegó, sorprendentemente, muy poco después de lo que parecía la plenitud. En junio de 2008, con el cambio de ciclo económico a las puertas, abría la planta de Salas para fabricar tablero de fibra tras una inversión de 78 millones de euros para levantar una flamante instalación, enclavada en una zona maderera por excelencia, rodeada por medio centenar de serrerías. Durante la década anterior, además, Interbon había invertido más de 100 millones de euros en modernizar la fábrica de Castañares, donde produce tablero aglomerado.

De repente «el 70 por ciento del mercado murió», siempre siguiendo el relato de Navarro. La demanda en la Península Ibérica, de la que fundamentalmente se nutría Kronospan, se hundió por el estallido de la burbuja inmobiliaria y empezaron a cerrar empresas, almacenes y serrerías por doquier. Los ahogos financieros de la empresa obligaron a vender y la salida fue buscar socios, primero en el ámbito local y después fuera de España, momento en el que llegó el interés de Kronospan.

La multinacional austríaca aterrizó con el poderío que le otorgan sus 40 fábricas repartidas por Europa, Estados Unidos y China y ha logrado reflotar las plantas burgalesas. La de Salas fue sometida a una ampliación el año pasado que le permite funcionar a 5 turnos, sin parar ninguno de los 365 días del año salvo para tareas de mantenimiento. La de Castañares espera recibir una inyección de 60 millones en una primera fase de ampliación, que llegará hasta los 100 en la segunda, y que pretende conformar la automatización y mejora de los procesos para hacer de ella una de las instalaciones más grandes del sur de Europa.

En octubre alcanzaron el récord de consumo de los dos últimos años de materia prima entre las dos fábricas, con 3.500 camiones de madera en solo un mes, pero Kronospan no se conforma. «La fábrica tiene que seguir creciendo», advierte el director comercial. «Para sobrevivir no podemos quedarnos como estamos». Es la filosofía de los grandes proyectos empresariales, que lejos de conformarse están pensando siempre en crecer y modernizarse.

 

Exportación y empleo indirecto

Ante el hundimiento del mercado local, el otro reto que ha afrontado Kronospan ha sido el salto al exterior. En Burgos se exporta el 25% de la producción y en Salas llega al 50%, teniendo en cuenta que Portugal se considera mercado local. El norte de África (Marruecos, Túnez, Argelia y Egipto) concita la mayor parte, pero también salen barcos cargados de producto burgalés hacia Oriente Próximo (Líbano y Turquía, Irán, Jordania o Israel), Europa (Francia, Italia, Reino Unido) y América (México, Estados Unidos, República Dominicana y Colombia).

Eso es lo que ahora sostiene buena parte de la actividad, que por ejemplo en la zona de Salas la empresa calcula que genera un trabajo indirecto multiplicado por cuatro, lo que haría una cifra superior a las 300 personas dependientes de la fábrica de tablero de fibra. Principalmente proceden de las labores de abastecimiento de madera, que cortan en el entorno pero también en las provincias de Soria, Segovia, Palencia, León, La Rioja, Guadalajara o Zaragoza.

También trabajan para ellos cortadores externos, que incluso utilizan mulas para las zonas más escarpadas. Hay también camioneros autónomos que participan en el transporte (cada día entran 80 camiones de madera y salen 40 de tablero), afiladores, empresas de limpieza, reparaciones o talleres auxiliares que colaboran en el mantenimiento. Tanta es ahora su actividad que uno de los problemas con los que se topan es el abastecimiento, y por eso el director comercial de la planta tira de tópico para reclamar «más madera».