Sequía y hielo arrasan casi por completo la colza en la Ribera

L.N. / Aranda
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Este cultivo apenas sobrevive en Fresnillo, donde gracias al riego han conseguido que prospere

Sequía y hielo arrasan casi por completo la colza en la Ribera - Foto: L.N.

Justo cuando muchos agricultores habían decidido dar una oportunidad a la colza, un cultivo considerado como buena alternativa para el cereal, el tiempo no acompaña. Entre la sequía de septiembre y las heladas de abril, apenas quedan parcelas teñidas de amarillo en la Ribera del Duero. Únicamente sobreviven alrededor de 60 hectáreas en Fresnillo de las Dueñas. El presidente de la cooperativa, José Luis González, detalla que riegan la colza, especialmente en el momento de plantarla, lo que ayuda a su nacimiento. "Si no la humedeces al sembrarla o no llueve a los pocos días se pierde cerca de un 40 o un 50%", explica. Así que en la cooperativa, que encadenan seis años sembrando esta oleaginosa, subrayan la importancia de emplear tierras de regadío: "Así la hacemos nacer, que es lo importante".

En el resto de municipios de la comarca, este cultivo resulta prácticamente anecdótico pese a que hace dos años se llegaron a superar las 1.500 hectáreas y el pasado rondaron las 750 (una merma que también se debió a la sequía y las heladas). "Quedaba un poco entre Caleruega y Espinosa de Cervera pero se heló todo en abril", lamenta Fernando Montes, delegado provincial de Borges, quien califica esta campaña como "muy mala" porque en unos casos la colza no llegó a nacer "porque no llovió hasta octubre y ya era tarde" y, en otros, "lo poco que se sembró quedó dañado por las heladas de primavera". En cualquier caso, Montes apunta de que "de primeras se sembró mucho menos que otros años".

Y eso, como añade Joaquín Rojo, agricultor en Sinovas, que el precio resulta "bastante atractivo", entre 500 y 600 euros por tonelada. En su caso, este año no ha sembrado colza después de una mala experiencia en 2022, cuando sí que plantó pero se heló y tuvo que 'levantar' las tierras. "Está todo muy fastidiado, este año se presenta complicado, más bien desastroso", lamenta en referencia al resto de cultivos, muy afectados por la prolongada falta de precipitaciones y lo que es peor, el granizo.

A ello se suma que los gastos de la siembra se han disparado, desde las semillas hasta el gasóleo. Sin ir más lejos, Rojo indica que el coste de una tonelada de abono ha pasado de unos 200 euros a 800. "No sé cómo nos vamos a recuperar, la subida es exagerada", dice, al tiempo que recuerda que aunque "años malos han venido toda la vida, los costes de producción eran mucho más bajos y un año con otro se iba asumiendo".

Por su parte, el presidente de Asaja, Esteban Martínez, constata que la de esta campaña ha sido una sementera "carísima", de 970 euros por hectárea frente a los 450 euros de 2022. Y todo, en ocasiones, para "no cosechar nada".