Carlos Briones Llorente

Entre ciencias y letras

Carlos Briones Llorente


Hacia la Tercera Cultura

09/10/2022

La ciencia explica el mundo, pero sólo el arte nos puede reconciliar con él. Esta frase del novelista de ciencia ficción Stanislaw Lem resume una interesante paradoja: el pensamiento racional y el conocimiento científico son imprescindibles para intentar entender la naturaleza y comprendernos a nosotros mismos, pero nuestra mente creativa también necesita las artes plásticas, la literatura o la música para trascender el aquí y el ahora. Los humanos exploramos y descubrimos, pero también nos conmovemos y soñamos.

Desde mi infancia burgalesa, siempre me he sentido interesado por todo lo me rodeaba y también por lo que ocurría en mi interior, sin dejar de hacerme preguntas… trascendentales o absurdas. A ello sin duda contribuyó una familia en la que la cultura era un ingrediente fundamental, unos padres y hermanos cuyo estímulo y cariño me siguen acompañando. Al ir creciendo no tenía claro qué quería ser 'de mayor', porque me apasionaban por igual la poesía y la química, la filosofía y la biología, la pintura y la física. Y la música: mis años en el Conservatorio Antonio de Cabezón marcarían, en todos los sentidos, mi vida. A otros chavales les ocurría algo parecido.
Afortunadamente, durante la educación secundaria -en aquella primera promoción del Bachillerato Internacional del Instituto López de Mendoza- me enseñaron que se podía intentar ser de ciencias y de letras. 'Y' en lugar de 'o'.

Entre mis profesores no puedo dejar de recordar a uno de Física que fue también quien me arropó cuando comencé a escribir poesía y relatos, alguien que tantas veces se asomaría a estas páginas desde su balcón: nuestro añorado Tino Barriuso. Con frecuencia repetíamos dos versos de Fernando Pessoa: El binomio de Newton es tan bello como la Venus de Milo./ Pero hay poca gente que se dé cuenta de ello.

Sobre esta misma inquietud hablaba hace unos días el físico, comunicador y escritor Manuel Toharia en una jornada de divulgación científica que compartimos en Valencia. Argumentaba que «el mundo de la cultura no puede ser sólo de letras ni sólo de ciencias, y formaremos ignorantes si mantenemos separadas ambas ramas del árbol». Pero, lamentablemente, los planes de estudios nos hicieron -y hoy les hacen a nuestros hijos- elegir entre una y otra rama siendo adolescentes de 15 años. A partir de ahí, generalmente la otra se seca. 

Sin duda, el mercado laboral requiere cada vez más especialización en un ámbito concreto del conocimiento o de las habilidades técnicas. Y el tiempo es siempre un factor limitante, por lo que sería absurdo pensar en el ideal de formar personas integradoras o 'renacentistas'. Pero al menos deberíamos ser conscientes de cuánto nos perdemos si desde nuestra juventud abandonamos todo aquello que no esté relacionado con lo que acabará siendo nuestro estrecho campo de trabajo. 

Por ello, comienzo esta colaboración con el Diario de Burgos planteando la necesidad de estimular la llamada Tercera Cultura, una propuesta -sobre la que volveremos en más ocasiones- que combina las artes, las humanidades y las ciencias como partes indisolubles del conocimiento y el progreso. 

Y me agrada hacerlo precisamente al final de una semana en la que se ha concedido el Premio Nobel en Fisiología o Medicina al biólogo Svante Pääbo, el padre de la paleogenética, cuyo grupo ha estudiado la esencia de lo que fuimos y somos los miembros del género Homo: entre ellos, algunos ilustres burgaleses que habitaron en la Sierra de Atapuerca. Además, estas líneas se publican el mismo día en que mi amigo, coautor y maestro José María Bermúdez de Castro toma posesión de su plaza como académico de número en la Real Academia Española. Un paleoantropólogo investigando los estratos de nuestro idioma. Le va a contestar en nombre de la RAE otro amigo y referente, el físico e historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron.

Esta tarde estaré allí, a hombros de gigantes. Con los aplausos a José María y a José Manuel celebraremos que la cultura, avanzando entre ciencias y letras, nos hace humanos.