Miguel Calvo

El retrovisor

Miguel Calvo


Villalar

18/04/2024

Tras los cambios del año pasado, el martes retoma plenamente su carácter festivo el 23 de abril, fiesta de Castilla y León que volverá a celebrarse en la localidad vallisoletana de Villalar de los Comuneros y en otras 11 ciudades de la Comunidad, incluidas Burgos, Aranda y Miranda. Otra vuelta de tuerca del gobierno regional a un formato que no ha gustado a muchos colectivos que lo consideran un intento de descafeinar «la única celebración popular y masiva del día de una comunidad autónoma».

La elección del 23 de abril (en recuerdo a la derrota que los comuneros sufrieron en Villalar por las tropas de Carlos I), ya nació con polémica. En tiempos preautonómicos, el Grupo Popular propuso el 12 de octubre como fiesta de la comunidad, y la UCD intentó sin éxito celebrarla en Covarrubias en lugar de Villalar. Hace 40 años, en medio de un gran rifirrafe, el socialista Demetrio Madrid decidió trasladar la fiesta del 19 de marzo, San José, al 23 de abril, fecha que desde 1986 por ley de las Cortes regionales adquirió oficialidad como fiesta a todos los efectos en el territorio de Castilla y León.

Siempre rodeada de polémica y división entre partidos, la cita de Villalar (que en sus primeros años convocaron organizaciones regionalistas de izquierda y de derecha que llegaron a congregar a 200.000 personas), solo tuvo decididos apoyos oficiales con los primeros gobiernos socialistas de la Junta. Los de AP y PP (y sus socios CDS, Ciudadanos y ahora Vox), inventaron fórmulas alternativas para celebrar la fiesta, como la de hacerla rotatoria -a Burgos le tocó en 1993-, o separar en otras fechas y lugares los actos institucionales. No fue hasta 2002 cuando el presidente Herrera rompió con la tradición de sus predecesores populares Aznar, Posada y Lucas de no acercarse ese día a Villalar. 

Para la izquierda se trata de un símbolo histórico de reivindicación y lucha por la libertad, la democracia y los derechos sociales. El presidente Fernández Mañueco defiende que cada ciudadano celebre la fiesta como quiera y donde quiera, mientras que su vicepresidente de Vox, García Gallardo, sembrando discordia la ha llegado a calificar de «macrobotellón» y de «aquelarre de la extrema izquierda». Guste a unos y disguste a otros, lo único cierto es que desde 1976 (salvo los dos años duros de la pandemia), nadie ha podido desjuntar el 23-A con la convocatoria de Villalar.