Lo imposible por llegar a Sevilla

Á.O.
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No hay buses, trenes ni aviones, tampoco queda ningún alojamiento asequible en la capital andaluza, y por ello los aficionados del Aparejadores se las están teniendo que ingeniar de mil maneras para estar allí el domingo en la final de Copa

Isaac, Antonio, Ángel y Guillermo confían en que este domingo su equipo pueda estrenar su vitrina de trofeos. - Foto: Valdivielso

Tan solo 80 minutos separan al Recoletas Burgos Universidad de Burgos del primer título de su historia. Cerca, pero a la vez muy lejos, tal y como se sienten sus aficionados, que solo se encuentran trabas y más trabas a la hora de buscar alternativas para poder presenciar la final de la Copa del Rey en el Campo de La Cartuja el domingo a las 12.00 horas. Los más de 700 kilómetros que hay desde Burgos hasta la capital andaluza, curiosamente, son el menor obstáculo. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: el sábado a partir de las 22.00 horas Osasuna se enfrenta al Real Madrid también en la final del torneo copero, pero en su caso de fútbol. Un duelo que ha colapsado los transportes y el alojamiento en Sevilla. 

Por ello, se prevé que se movilicen menos de la mitad de aficionados gualdinegros respecto a los que fueron a Albacete en la final de la Copa del Rey en 2021. Y de los 300 esperados, 55 acudirán gracias a la previsión y la precaución de la peña 'Mamas & Papas Rugby', que hace más de un mes dejaron atados los cabos para poder esperar hasta el domingo con tranquilidad.

Antonio e Isaac son dos de los padres de chicos de la cantera gualdinegra que formarán parte de este viaje, el cual será posible gracias al favor personal que un amigo de este primero: «No quedaban buses porque la gente de Osasuna agotó los de Navarra y muchos están contratando los de Burgos, menos mal que un amigo nos pudo conseguir uno», recuerda Antonio sobre un plan que encontró su segundo escollo en el alojamiento: «Los precios para familias en Sevilla eran superiores a los 600 euros, así que miramos un camping en Algámitas, a una hora y veinte de allí», añade sobre una reserva que cerraron hace más de un mes, siendo conscientes del caos que hubiera sido intentar cerrarla ahora. «Menos mal», avisa entre risas.

Pero esa previsión no la han tenido el resto de aficionados, que están viviendo una auténtica odisea para poder encontrar un plan viable. Incluso familiares de los propios jugadores, como la pareja de Facundo Sacovechi, siguen buscando alternativas a través de las redes sociales.

Uno que, de momento no la había encontrado, era Guillermo. Habitual es San Amaro desde que el barro y los topos estaban en lugar del césped artificial, cada vez es más partidario de, «con un par de cervezas», verlo por la televisión. No es su plan ideal, pero «estoy quemando todos los cartuchos» y no hay manera. «Es desesperante, muy desesperante. He intentado conseguir una autocaravana. También he hablado con un amigo sevillano, pero está viviendo en Praga. Las últimas de las últimas, pero de momento ni así», lamenta.

Seguirá intentándolo hasta última hora, pero lo que no entiende «es que coincida con el fútbol, que moviliza a miles y miles de personas». Tampoco que «no se explore La Balastera, Zorrilla o el propio El Plantío» y menos que «estando Valladolid y Burgos tan cerca, se tenga que organizar tan lejos». Una reflexión que hacen todos y cada uno de los aficionados frente a una decisión federativa incomprensible.

Incluso aquellos que sí que van, como Ángel, tendrán que sacrificar. En su caso, al tener que haber escogido entre el Aparejadores y las Pingüinas. «Unos cuantos queríamos ir a los dos partidos. Sería un hito conseguir la Copa para un club como el Aparejadores, aunque para las Pingüinas ascender también lo es», explica tras haberse decidido por «ir en coche el sábado, hacer turismo en Extremadura, dormir en Zafra, a una hora y media de Sevilla, e ir por la mañana al partido».

Un plan que acompaña de una reclamación para años posteriores: «El rugby de Madrid para abajo, por mucho que lo quieran potenciar, no tiene la tradición que tiene en el norte. Por eso se echa de menos que haya cosas por aquí, para que se vea el movimiento de los aficionados», concluye uno de los cientos de seguidores burgaleses que, a pesar de las infinitas dificultades, estará en Sevilla dejándose la garganta.

Rival. El VRAC Quesos Entrepinares y su afición también están sufriendo el mismo problema, por ello, el club solo ha podido contratar un bus de 59 plazas que ya se ha llenado y que partirá hacia Sevilla a las 23.59 del sábado. Una solución ante la falta de alojamiento en la que, además, el club quesero paga la entrada de cada seguidor.

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