Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Día sin maquinitas

25/05/2020

Ayer domingo celebramos en mi casa el Primer Día sin Maquinitas. La iniciativa partió de la minoría infantil del domicilio, J. (4 años,) que llevaba semanas protestando, en ocasiones a gritos, por la atención que el resto prestamos a los móviles y otras pantallas en detrimento de la que debiéramos concederle a él. Eso sí es competencia digital: saber qué te dan y qué te quitan estos aparatos. Ante argumentos tan irrebatibles la petición fue aprobada, no sin las quejas de la otra minoría del hogar, la adolescente. C. (15 años), defendió con vehemencia su posición de buceadora permanente en Instagram y otras cosas parecidas propias de su edad cuyo nombre y funcionamiento ignoro.
Las normas eran claras: nada de pantallas; ni móviles, ni tele, ni ordenadores (videoconsolas no tenemos ni tendremos jamás). Para no alarmar, enviamos un mensaje a nuestros contactos más cercanos explicándoles la situación. 
Conociendo el paño, y para asegurar el éxito de la propuesta, su artífice, todavía en pijama, confiscó y escondió todos los teléfonos. Pero pronto surgieron las primeras fricciones. El propio J. , por inercia, encendió la tele al disponerse a desayunar. Como de costumbre atronaba en el salón la voz de Garfield  soñando con lasañas e insultando a su compañero Odie. Hubo que recordarle el pacto. Torció el morro pero dio al botón rojo.
Por la mañana, algunos fuimos a dar un paseo al campo; dentro del municipio y cumpliendo con todas las medidas de distancia, no como otros. Nos cruzamos en total con tres personas. Nos zampamos una bolsa de patatas (las de la bolsa de rayas amarillas, por supuesto), jugamos al fútbol y vimos un corzo. Comimos en casa, sin tele, y después montamos una historia con playmobils en la que unos vikingos luchaban épicamente contra dos dinosaurios, en la que también participaban bomberos y surfistas. Al mismo tiempo, el sector adolescente se encerró varias veces en el baño, tal vez furtivamente con su maquinita, pero no conseguimos reunir pruebas. Después salimos a dar una pequeña vuelta en bici, cenamos y organizamos una especie de concurso televisivo (con premio) entre nosotros, con el que nos reímos a carcajadas. Y todo esto sin perder horas mirando mensajes chorras, tonterías en internet o atolondrados frente a la tele, y qué bien, oiga. Tanto, que hemos decidido transformar el Día sin Maquinitas en la Semana sin Maquinitas, en nuestra nueva normalidad, aunque la minoría adolescente amenaza con una declaración unilateral de independencia. 
Salud y alegría.