No sabría explicarles muy bien cuál es el motivo por el que cada vez que pongo un pie en el HUBU se me vienen a la mente varias películas que vi en mi infancia. Todos tenemos custodiadas en algún rincón de nuestra mente algunas escenas que nos marcaron por algún motivo y que se manifiestan cuando vivimos una situación que nos trae algún recuerdo que las evoca. Seguro que más de uno de ustedes se ha imaginado a las siniestras gemelas de El Resplandor al recorrer los interminables pasillos de este hospital, quietas como estatuas y pidiéndoles que vayan a jugar con ellas. Terrorífico.
También podría calificar de terrorífico o más bien de aberrante al ascensor de cemento y cristal que sube a la planta 0 desde la calle y que tiene, por increíble que parezca, una capacidad menor que la que tiene el de mi centro de salud. Y ahí estamos, tan tranquilos. Les prometo que cuando se abren las puertas del mismo he llegado a fantasear con la aparición de un Superman con bata blanca que viene a rescatarnos cogiéndonos a todos en brazos para ir dejándonos uno a uno en nuestras respectivas consultas para evitarnos el esfuerzo de recorrer una maratón. Sí, ya sé que tengo mucha imaginación, pero como ya les he dicho, ese ascensor da acceso desde la calle hasta la entrada de la planta 0, pero no da acceso a la entrada de la planta -1, donde está entre otras, oncología. Si quieren acceder por ahí, tendrán que subir a pie veintinueve escaleras situadas junto al ascensor y flanqueadas por una barandilla. No hay más. Y yo me pregunto, ¿y si el ascensor sufre una avería y deja de funcionar? ¿cómo accederán las personas que tienen dificultades o van en silla de ruedas? ¿y por qué no hay un techo que cubra este espacio para no mojarnos cuando llueve?
También les digo que para cuando consigan salir del edificio, si quieren irse en taxi porque ya están exhaustos de tanto caminar, se van a encontrar con que tienen que cruzar una vía de doble sentido y no hay un paso de cebra para poder hacerlo, el más próximo está a unos cincuenta metros de la parada. Así que caminen un poco más, crucen la calzada y vuelvan a subir cuesta arriba. Aquí todo son facilidades.