Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Covid y esperanza

12/04/2021

Los griegos antiguos eran un pueblo listo y ambicioso que inventaron todo, dominaron el mundo y nos llenaron la cabeza de sabidurías y mitologías. Según ellos la primera mujer no fue Eva, la de la manzana, sino Pandora, la de la caja que contenía algo peligroso y prohibido. Pero ella, curiosa y ambiciosa, la abrió y salieron todos los males del mundo menos uno, la esperanza. Ese mito representa el pecado más extendido en la humanidad antigua y moderna, la ambición y la desmesura, el ansía de riquezas y placeres, y también de sabiduría. Y si alguien representa en la actualidad esos vicios es el pueblo chino, su ambición por crecer y dominar el mundo, sus ansias y desmesuras no tienen parangón en la historia. Se comprende que, ya fuera queriendo o sin querer, por despiste o desatino, hayan abierto la caja de Pandora y expandido todos sus males por el mundo, menos la esperanza.
El asunto covid está chungo, el bicho es como las malas visitas, los venenos no lo matan y las vacunas son inciertas, las sucesivas oleadas de la pandemia son ondulaciones de un mar envenenado. Se comprende que cundan el desconcierto y el agotamiento, que andemos todos por el borde de la ansiedad o caigamos en el hoyo de la tristeza, que el sueño se desvele, la atención se despiste y la fatiga se suba a nuestra espalda. La indefensión que sentimos se manifiesta en fobia de distancia, en miedo al roce, en prevención al beso. La dependencia de desinfectantes y mascarillas son dos nuevas adicciones nunca vistas. De seguir así acabaremos todos de psiquiatra. Mas siempre nos quedará la esperanza. Eso decimos.
Pero la esperanza es peligrosa. Es lo último que se pierde, pero también lo que nos desespera. Si fiamos la vida a la esperanza siempre tendremos ansias y ambiciones, no nos conformaremos con lo que tenemos, no aprenderemos de nuestros errores. Ahora mismo esperamos ansiosos que pase la covid para volver a nuestras ambiciones y desmesuras, y volveremos a meter la pata, pues siempre habrá griegos o chinos que abran la caja de Pandora. Si no aprovechamos esto para aprender y cambiar, para expandir nuestra conciencia racional y organizarnos colectivamente, para ser mejores con la vida y con nosotros mismos, siempre abriremos la caja y quedará en el fondo esa media virtud medio vició que es la esperanza.