Jesús de la Gándara

La columnita

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Enfermedad mental y mortalidad

26/02/2024

Se ha confirmado en España lo que ya sabíamos por datos norteamericanos, que padecer enfermedad mental o distrés psíquico aumenta el riesgo de mortalidad temprana. Se advertía incluso una disminución de la esperanza de vida por exceso de muertes en edades medias de la vida relacionado con trastornos mentales no detectados ni tratados. Ahora, un riguroso estudio español, realizado por epidemiólogas del Instituto Carlos III ha demostrado la asociación entre distrés psicológico (es decir, padecer cualquier tipo de sufrimiento mental) y mortalidad excesiva por todo tipo de causas. Pero el dato realmente alarmante no es ese, es que el riesgo de muerte es mucho mayor en las personas no diagnosticadas ni tratadas, frente a las que sí lo fueron. Ese es el problema, que muchas personas que padecen trastornos mentales siguen sin acudir al médico, al psiquiatra, al psicólogo, por miedo, vergüenza u oprobio, es decir por culpa del estigma asociado a la enfermedad mental y a lo que le rodea, como el simple hecho de ser psiquiatra.

Muchas personas intuyen o saben que sufren una enfermedad mental, pero no se atreven a pedir ayuda médica, o lo demoran demasiado, o acuden a medicinas alternativas, o, pero aún, se dejan 'influir' por influencer y aconsejadores sin ciencia ni conciencia. 

Hay que denunciarlo otra vez: las personas enfermas mentales son, ante todo personas, y padecen enfermedades que les hacen sufrir mucho, y si acudieran a los servicios de asistencia psiquiátrica y psicológica serían diagnosticadas y tratadas como debe ser, y sufrirían y morirían menos. Pero, desgraciadamente, el estigma asociado a la enfermedad mental sigue siendo un baldón de nuestra sociedad, que no se resuelve con esos eufemismos blandidos que tanto cunden, como hacer terapia o no tener miedo a hablar de ello. No, eso es seguir estigmatizando a la enfermedad mental y a todo lo que le rodea, psiquiatras, psiquiátricos, psicofármacos, psicología clínica, psicoterapias, etc., lo cual conlleva que se dediquen menos recursos de los necesarios y justos a su asistencia pública. Ante estas evidencias, que los responsables sanitarios nacionales y autonómicos conocen sobradamente, es imperioso hacer algo, pero a las claras, y para hoy, no para mañana, o lo pagaremos todos.