Carlos Briones Llorente

Entre ciencias y letras

Carlos Briones Llorente


Una propuesta, a la luz de la evolución

12/03/2023

Este artículo es una propuesta que quiero compartir con los lectores, algo que llevo años pensando y cuyos protagonistas son dos: el Paseo del Espoloncillo y la historia de nuestro planeta. 

Comencemos por el principio, nunca mejor dicho, viajando hasta los orígenes del Sistema Solar. En él, hace unos 4.510 millones de años (Ma) se formó el sistema Tierra-Luna tras el impacto que había recibido nuestro planeta por un cuerpo con el tamaño aproximado de Marte (al que llamamos Tea, la titánide madre de Selene en la mitología griega). A partir de entonces se sucedieron los eventos geológicos, químicos y biológicos que han caracterizado la co-evolución del planeta y la biosfera. 

Y aquí viene la idea que hoy traigo a estas páginas: ¿y si en un lugar tan conocido de nuestra ciudad como el Espoloncillo construyéramos una línea del tiempo que conectara aquel lejano origen con el momento presente, mostrando los principales hitos en la historia de la Tierra y de la vida? 

El llamado oficialmente Paseo Andrés Manjón, y cuyo apelativo popular lo reconoce como un hermano menor del Espolón, tiene 304 metros (m) de longitud. Utilizando números redondos, si comprimimos en 300 m los 4.500 Ma de historia planetaria resulta una relación sencilla: 1 m equivale a 15 Ma. Es decir, ese es el período de tiempo que avanzaríamos con cada paso que diéramos por la margen izquierda del Arlanzón, entre el Puente de Santa María y el de San Pablo. 

El punto de partida estaría frente a la principal entrada a la ciudad y con la silueta de la Catedral al fondo, como metáfora de nuestro brillante pasado. El de destino sería el Complejo de la Evolución Humana, donde se investigan y exponen las especies de homininos que nos precedieron, y que en todos los sentidos supone nuestro presente y la puerta hacia el futuro.

De forma resumida, esquemática y redondeando tanto fechas como distancias, el camino comenzaría así: tras 100 Ma de intenso bombardeo por meteoritos y cometas, formación de la corteza sólida de la Tierra y disponibilidad de agua líquida superficial (hace 4.400 Ma, a unos 7 m del comienzo del paseo); síntesis de las primeras moléculas orgánicas y aumento de su complejidad (hasta hace 4.000 Ma, a 33 m); formación de las primeras rocas sedimentarias (3.900 Ma, a 40 m); procesos moleculares que condujeron al origen de la vida y la aparición del ancestro común de todos los seres vivos, llamado LUCA (hasta los 3.500 Ma, a 67 m), tras los 27 pasos más trascendentales de todo el camino pues suponen el comienzo de la evolución biológica, un proceso ciego y sin finalidad ni culminación que en una de sus cientos de millones de ramas nos ha traído hasta aquí.

Después asistiríamos a la diversificación de los microorganismos en bacterias y arqueas, que exploraron distintos metabolismos hasta que uno de ellos, la fotosíntesis (surgida hace 2.700 Ma, a 120 m) comenzó a producir oxígeno y cambió profundamente nuestro planeta; aparición de las primeras células eucariotas (2.000 Ma, 167 m); transición a una atmósfera rica en oxígeno (hasta hace 1.500 Ma, 200 m); primeros organismos pluricelulares (1.000 Ma, 233 m); origen de los animales (750 Ma, 250 m); explosión del Cámbrico y aparición de los linajes 'modernos' de animales (540 Ma, 264 m); comienzo de la colonización de las tierras emergidas por las plantas (450 Ma, 270 m); origen de los insectos (400 Ma, 273 m), anfibios (370 Ma, 275 m), reptiles (310 Ma, 279 m), mamíferos (220 Ma, 285 m) y aves (150 Ma, 290).

En los últimos cinco pasos de nuestro recorrido surgen los primates (74 Ma, 295 m), se extinguen los dinosaurios (65 Ma, 296 m), se separan chimpancés y humanos a partir de un ancestro común (7 Ma, 299,53 m), y aparecen entre otros Homo habilis como primer representante de este género (2,4 Ma, 299,84 m) o el burgalés Homo antecessor (850.000 años, 299,94 m). En nuestra rama del árbol evolutivo la última especie surgida es Homo sapiens: hace sólo 300.000 años, es decir, 2 centímetros antes de llegar al final de este paseo de 300 m… y ya muy cerca del Museo de la Evolución Humana.

La idea podría materializarse con un panel introductorio que explicara las claves de este recorrido, el esquema temporal y la indicación de los correspondientes eones, eras y períodos geológicos. A partir de ahí, una larga placa de bronce u otro material insertada en el suelo, debidamente graduada, marcaría el espacio y el tiempo que vamos transitando. A lo largo del camino se podrían ir situando relieves y breves textos alusivos a -por lo menos- los hitos principales que hemos comentado.

Creo que esta sería una iniciativa muy novedosa, pues hasta donde yo sé no existe algo así en ninguna otra ciudad española: sólo conozco una línea del tiempo equivalente, con fines educativos, en el campus de la Universidad de Alicante, además de versiones reducidas en algunos museos de ciencia. A nivel mundial, es probable que una idea similar no haya sido convertida en un elemento urbano en muchas ocasiones. ¿O tal vez nunca? En cualquier caso, este guiño a la ciencia y a la historia en el corazón de nuestra ciudad podría suponer un atractivo adicional para la candidatura de Burgos como Capital Europea de la Cultura en el año 2031, un logro que ojalá consigamos entre todos.

Si alguna vez alguien considera que esta propuesta tiene sentido y llega a hacerla realidad, muchos burgaleses y turistas seguiremos paseando por nuestro querido Espoloncillo a la sombra de los castaños de indias… pero a la luz de la evolución.