Belén Marticorena

Sobreviviendo en la Jungla

Belén Marticorena


Burocracia

19/02/2021

Quién no ha vivido la experiencia de telefonear para solicitar algún servicio, dar de alta o baja un línea telefónica o algo similar. Inicialmente, cuando encuentras el valor suficiente para llamar, lo que recibes son unas extrañas indicaciones sobre elegir y pulsar números para contestar, como si estuvieras en una tómbola. Si has tenido suficiente suerte y paciencia, te pasarán a la segunda fase, con una musiquilla que te anuncia una espera, y cuando ya te empiezas a despistar, incluso dormir, una voz robotizada te devuelve a la realidad y te dice atropelladamente algo así, como que te van a grabar, haciéndote sospechar que tal vez estés haciendo algo ilegal o de dudoso contenido. Ya de inmediato y sin más tiempo para recapacitar, empieza el baile de elegir otra vez el número correcto que te acerque por fin a la meta, la verdad es que ya ni te acuerdas de aquello que querías solicitar, pero parece que te van a pasar. Qué emoción, lo vas a conseguir. Pues no, el servicio comunica y de nuevo la voz robotizada, te informa que todos los operadores están ocupados en ese momento, y que debes volver a llamar. 
Este es solo un ejemplo, porque han aparecido métodos mucho más sofisticados de tortura para los humanos, a la hora de realizar trámites. Por ejemplo, tenemos el enorme entramado de sedes electrónicas de la Administración en el que cada una tiene su propia sede digital. Sistemas a los que tenemos que acceder obligatoriamente para cualquier gestión, porque no podemos elegir otra empresa que nos pueda dar el mismo servicio a mejor precio y con mejor atención. La libertad de mercado y de competencia, eso que promueven y nos piden a todas horas, solo es para los demás. 
Y en este punto, me produce mucha curiosidad imaginar que hubiera ocurrido si este bicho loco que nos ha invadido, se hubiera contagiado a través de la red de Internet, cual virus informático, devolviéndonos supongo, al uso del lápiz y el papel, y al trato personal. El confinamiento habría sido muy diferente, y estoy casi segura que hoy el mundo sería muy distinto, estaríamos como dicen ahora, reinventándonos, y sospecho que tal vez, seríamos un poquito más felices.