Belén Marticorena

Sobreviviendo en la Jungla

Belén Marticorena


El mundo al revés

10/07/2020

Eso es lo que parece cuando se escuchan algunas de las noticias de los últimos días. En nuestra sociedad el trabajo, sacrificio y constancia normalmente tenían su recompensa. A los españolitos de a pie nos encanta y parece nuestro mayor logro tener en propiedad nuestra vivienda. Este hecho que en muchos casos nos lleva toda una vida zanjar con los bancos, ahora tiene, además, otro peligro, y me refiero a que no podemos irnos de fin de semana tranquilos porque a nuestra vuelta, esa especie protegida llamada okupas, tan bien vista por los que dicen ser progres, pueden haber usurpado el sueño de toda nuestra vida, y aquello que tanto se les reprueba a los delincuentes comunes, lo permitimos en esta nueva mafia organizada, que tiene licencia para violar nuestra vida e intimidad.

Esta situación lleva años produciéndose, y como en tantas cuestiones, los profesionales del derecho también llevamos décadas solicitando una legislación acorde con los derechos de los ciudadanos, reclamando un procedimiento que de verdad proteja un derecho tan básico y prioritario como es la propiedad privada. Parece que solo cuando se está llegando a limites increíbles de injusticia y hasta violencia, es cuando la imagen romántica que se nos ha vendido de los okupas ha sido por fin desenmascarada, dejando ver como en su mayoría son especuladores que piden dinero para abandonar las viviendas que han ocupado ilegalmente, o incluso ahora se han transformado, sino lo fueron siempre, en mafias organizadas para conseguir inmuebles a mitad de precio. Desde luego organizados o no, no podemos amparar y proteger a quienes usurpan derechos de los demás y los pisotean, y ello cuando al resto se nos exigen cada vez más obligaciones y pago de impuestos.

No es tan difícil, bastaría con copiar el procedimiento de italianos o alemanes, sus normativas permiten a las fuerzas del orden echar inmediatamente a quien ocupe una propiedad sobre la que no se demuestre tener los correspondientes derechos, simple pero efectivo. Luego esos okupas, si lo desean, ya pleitearan en el juzgado, pero al menos el ciudadano de a pie recupera su casa y su vida de inmediato, en un mundo sin duda más justo.