Hace unos años, allá por el 2005, cuando llegabas a una oficina bancaria casi te ponían una alfombra roja. ¡Cuánto ha cambiado el cuento! Ahora si te descuidas pasa como en los organismos públicos, que casi te echan a patadas por no tener solicitada una cita previa. Esto de la cita previa en la postpandemia se está llevando al extremo.

Ahora las plantillas están ultra ajustadas hasta el límite de la desatención, los empleados estresados y con mucha presión por ser comerciales de seguros y no tanto para solucionar las casuísticas de la venta del dinero y sus servicios. No puede ser que haya oficinas donde ya iban justos de personal y eliminen el 25% de la plantilla porque sí. También hay directores que van en plan escopeta, como si fueran los únicos que tienen carga de trabajo y pensando que los clientes tienen la vida ociosa, cuando en muchos casos, al menos el de los empresarios, suelen tener una carga más alta todavía.

Han hecho algunas oficinas muy cool, como si fuera un sitio donde tomarte un gin tonic, por eso de que te sientas a gusto, pero cuidado que esto es marketing superficial, porque cuando rascas, por mucha store que haya, la desatención es palpable.

Qué decir del trato que se ha dado en los últimos años a los jubilados. Tuvo que salir uno de ellos y montar un campaña de marketing de guerrilla con el eslogan de Media Markt para decir yo no soy tonto y que la suma de la gran mayoría se uniera a la causa, se hizo viral y han hecho recular a las entidades, que tenían a estas personas totalmente despreciadas después de haber trabajado con ellos durante toda la vida laboral, cuando les interesaba… Impresentable.

Es cierto que poder hacer casi todos los trámites desde el ordenador es muy cómodo, eso ahorra mucho tiempo a los clientes, pero por favor, cuando no queda otro remedio y hay que ir a la oficina, que nos atiendan como es debido porque pagamos mucho más que antes por los servicios y sin duda son de deficiente calidad.