Hace algunos lustros, en tiempos del bipartidismo, cuando había una convocatoria de elecciones se notaba que desde seis meses antes a nivel empresarial se congelaban múltiples decisiones a la espera de ver el resultado de las urnas.

Eran otros tiempos donde en el día a día no había una incertidumbre rampante y precisamente el anuncio de una convocatoria electoral era lo que generaba cierta incertidumbre. Eso era cuando todavía la clase política pensaba en las necesidades de los ciudadanos a los que se debían. Aunque siempre ha habido 'aparatos' en los partidos, las cosas eran de otra manera.

Ahora que se cumple el 10º aniversario de la aparición de los partidos de la 'nueva política', que aparecieron al calor del 15-M y que llamaban casta a lo que ahora ellos mismos se han convertido, incluso de manera más recalcitrante, está claro que la 'nueva política' no ha solucionado los problemas que tenía la política. Todo lo contrario, los ha empeorado con creces; ahora todo se basa en el relato, se ha polarizado a límites apestosos y se ha enfangado todo con una mediocridad digna del guion de un mal largometraje de ficción.

Si hace 20 años, cuando el cruel terrorismo azotaba a nuestro país, nos hubieran puesto una película con lo que está ocurriendo ahora, inducido por un adicto al poder como el que tenemos al mando y las concesiones que se están librando a los independentistas de uno y otro lado, no lo hubiéramos podido creer… Pero ya se sabe, la realidad supera a la ficción y es en lo que estamos.

Volviendo al principio, ahora ya creemos tan poco en la clase política y tenemos tan claro que actúan egoístamente por conservar su sillón, que ya ni en las empresas, ni en la vida de casi cualquier ciudadano se congelan ciertas decisiones. Estamos en la incertidumbre continua, no queda más remedio que acostumbrarse y tomar las decisiones confiando en la capacidad de cada uno para sacar las cosas adelante. Desde luego queda claro que los políticos no van a estar cuando les necesitemos…