No sé si es una impresión personal y subjetiva o tiene bastante de real, pero estamos arrancando ya el segundo trimestre de 2023, cada vez más cerca las elecciones locales y detecto en el personal y el ambiente como un encogimiento general de hombros, una astenia primaveral que no me termina de cuadrar, con la que está cayendo.

¿Que la cesta de la compra nos supone ahora el doble de gasto, (que se dice pronto) que hace unos poquitos meses? Resignación, incluso aunque no nos convenzan del todo los argumentos justificativos de esta situación. 

¿Que nos ignoran en el sur de Burgos como eje estratégico de comunicaciones limitando gravemente aspiraciones futuras de desarrollo? Silencio y sumisión.

¿Que Aranda de Duero se ha convertido de la noche a la mañana en una ciudad dinamitada, con vallas de obras y desvíos 'provisionales' por doquier y más problemas aún de aparcamiento? Nos callamos y aguantamos. 

¿Que sigue sin llover, peligran más y más cultivos y hay ya problemas de abastecimiento de agua? Miramos para otro lado. 

Ni siquiera se siente intriga o ilusión ante la inminente llegada de los comicios electorales locales. Como si nadie esperara ya sorpresas, agradables o desagradables, y, aun en el caso de que las hubiera, se desconfiara de que supongan cambios de interés. 

Por no haber, no hay ni ganas de luchar, protestar, reivindicar y mucho menos, parece, de manifestarse a lo grande (sin burradas violentas que normalmente no vienen al cuento, claro). Estamos cada uno a lo nuestro, tirando para adelante como cada uno ingenia. En todo caso, levantamos un poco la cabeza y tertuliamos un cierto tiempo sobre alguna noticia que salta de vez en cuando. 

Define el diccionario la astenia primaveral como una sensación 'pasajera y subjetiva' de cansancio, físico e intelectual, sin causa orgánica definida. Será eso.