Una de las palabras que se escucha con más frecuencia en numerosos pueblos de la provincia es 'sin'. Sin cobertura telefónica ni tampoco de internet. Sin que el médico acuda a pasar cita al consultorio. Sin carreteras dignas más allá de caminos repletos a más no poder de baches. Sin bancos donde los vecinos puedan retirar el dinero que necesiten o hacer transferencias. Sin bares donde reunirse y socializar un rato. Vamos, sin servicios. Es que ni lo más básico. Así que el resultado no puede ser otro: sin gente.
Seamos honestos: ¿quién va a querer irse a vivir a un pueblo donde el médico lleva más de tres años sin aparecer? Porque sí, los hay. Por mucho que en la administración regional haya quienes se empeñen en asegurar que los consultorios permanecen abiertos. Les animo a que visiten ciertos municipios. Por ejemplo, Ciruelos de Cervera, y que lo comprueben por sí mismos.
No recuerdo tampoco la última vez que vino el 'señor' del banco. Años y años. La ausencia total de este servicio provocó que durante el confinamiento domiciliario por el covid hubiese vecinos que se quedaron prácticamente sin dinero. En condiciones normales, sus hijos les traen efectivo cuando les visitan el fin de semana. Es la única alternativa para quienes no disponen de coche y tampoco de transporte público. ¡Anda! Otro 'sin'. El caso es que en aquellos meses, con las restricciones de movilidad entre comunidades autónomas, este gesto tan cotidiano resultó misión imposible porque si los hijos vivían en Bilbao o Madrid no podían regresar al pueblo. Imagínense el agobio.
¿Y qué vamos a decir de la falta de cobertura? ¿Cómo puede ser que a estas alturas de la vida haya quienes no puedan llamar ni recibir llamadas? ¿Se imaginan el día a día de quienes necesitan cobertura para la teleasistencia? ¿Por qué nadie reacciona? ¿Por qué los políticos se limitan a enredarse en cuestiones triviales y no dan la batalla por los servicios más dignos? De pena. A todos se les llena la boca con la España Vaciada, pero apenas plantean medidas eficaces, por no decir ninguna. Este panorama ratifica más mi posición: vivimos en la España Vacilada.