Inés Praga

Esta boca es mía

Inés Praga


Los nietos

26/06/2023

Miren, no he podido resistirme. Ya sé que los abuelos somos insoportables enseñando fotos y hablando de lo listos que son nuestros nietos, pero creo que merecen una columna; y además quiero darme el gustazo de escribir sobre una de las cosas más hermosas de la vida.

La paleoantropóloga María Martinón aborda en Homo Imperfectus (2022) el papel fundamental de los abuelos, a los que califica como el as en la manga de la evolución de nuestra especie. Martinón destaca la longevidad del Homo Sapiens y el considerable número de años en que ya no nos reproducimos pero jugamos un papel proactivo sacando adelante las crías de los demás y posibilitando la subsistencia del grupo. Entre las poblaciones cazadoras-recolectoras, tener o no abuela significa hasta un 40% menos de supervivencia de los nietos. 

Pero la misma importancia que tenemos los mayores para cuidar de la descendencia la tienen los nietos para nosotros porque, no solo añaden años a nuestra vida, sino, sobre todo, vida a nuestros años. Los nietos suelen llegar cuando, por ley natural y administrativa, se te van cerrando todas las puertas y, como decía el poeta Ángel González, el futuro se adelgaza. Así que con ellos, con los nietos, vuelve la vida en estado puro y pleno, el presente se instala como el único tiempo para vivir, todo (re)nace y avanza cada día y volvemos a disfrutar de esas maravillas que son la imaginación y la inocencia. No es de extrañar la gran armonía en la relación abuelo/nieto, porque juntos comparten el mismo ritmo existencial y exploran el mundo ajenos al ruido y la furia. Un paseo por la ciudad o el campo de la mano de un niño es un ejercicio de curiosidad y una inyección de vitalidad impagables que nos devuelven, sin darnos cuenta, a un mundo donde (aún) no existe el miedo a la muerte ni a la enfermedad. Y si no, que nos lo pregunten estos días de Fiestas, en los que nos toca correr tras los gigantones, sentarnos en el suelo (!) para ver los títeres o limpiarnos la baba mientras nos dicen adiós en el tiovivo desde un avión o un tranvía. Y como broche final, esa mirada limpia y soñadora cuando contemplan los fuegos y la ilusión que estalla en el cielo de Burgos.

Un prodigio. Porque, sin ir más lejos, ¿ quién se acuerda estos días de la artrosis?

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