Lorena Bodas

Aguas Abajo

Lorena Bodas


En con-texto

06/10/2023

Sabíamos que este año la campaña de los libros de texto iba a ser dura y así ha sido. También estábamos prevenidos de determinadas prácticas, pero no es lo mismo saberlo que vivirlo. Algunos creen que las librerías ganamos mucho dinero con la venta de libros escolares, y en el pasado una parte importante de la facturación anual provenía de esta fuente, pero todo ha cambiado. Voy a tratar de explicarlo. Los libros de educación obligatoria tienen precio libre. Las editoriales no se los venden al mismo precio a todos los canales y, después, cada vendedor puede ponerle el margen de beneficio que quiera. El resto de libros, sean de lectura o educativos, tienen un precio fijo de venta y cuestan lo mismo en una librería de barrio, en una gran superficie o en internet.

Entonces nos encontramos con que las plataformas de internet pueden operar con márgenes de beneficio muy reducidos por sus altos volúmenes de ventas. Y que las editoriales ofrecen ventajas adicionales a las AMPAS y las instituciones educativas, tanto públicas como privadas-concertadas. Esto nos coloca a las librerías en una posición desfavorable, ya que no podemos competir con esos precios a pesar de reducir nuestros márgenes de beneficio. Los padres, naturalmente, buscan la mejor oferta disponible.

Y hay más, algunas editoriales ofrecen promociones especiales directamente a los educadores para que sus alumnos compren libros en sus sitios web a precios más bajos que los ofrecidos a las librerías. Hay padres que vienen a nuestra tienda a solicitarnos facturas de libros comprados online para poder recibir las becas. Si tiramos más del hilo, incluso se pueden encontrar facturas sin IVA emitidas por asociaciones que, en principio, no deberían estar autorizadas para facturar. ¿Es esto realmente un ejemplo de libre comercio? Si nos van a tratar así, ¿quién será capaz de mantener abierta una tienda local?

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