Todos los bañistas coinciden en que desde la inauguración de las piscinas de Arlanzón este año, la localidad tiene más vida que nunca. «El pueblo lo hacen las personas, no las casas», apunta Lourdes, que visita las instalaciones todas las mañanas y tardes de verano con sus familiares, Carlos, Carla, Vega y Leonor.
«La tranquilidad es lo que más se busca», declaran Alejandro, Daniel, Pilar y Rodrigo, de Burgos. «Llevamos viniendo toda la semana y siempre tenemos mucho sitio para divertirnos», confirma el grupo de amigos burgaleses, que también agradecen los buenos precios del bar.
Los vecinos de Ibeas de Juarros visitan igualmente el recinto con frecuencia, como es el caso de Jesús, Virginia y su hijo Gabriel. «Estas piscinas son una gran manera de dar vida a la zona, siempre te encuentras con gente que conoces de cuando eras joven», afirma la familia ibeana.
Otros buscan refrescarse después del trabajo. «Venimos todos los días nada más salir del curro», afirman Iván y José Pablo, cocineros del restaurante Los Claveles, en Ibeas de Juarros. «Con el calor que hace en la cocina, tirarnos al agua nos viene de lujo, cogemos el coche y en unos minutos estamos a remojo», confirman. Aunque también visitan las instalaciones por otras razones, como la cercanía, el ambiente o el buen trato que reciben por parte de los responsables.
Danae y Víctor pasan la tarde con sus hijos Daniela y Adrián, viven en Burgos y recorren piscinas de los pueblos de alrededor de la capital. Tras una primera ruta, para ellos las de Arlanzón son unas de las mejores. «La única pega es la falta de sombra, pero por lo demás está todo perfecto», confiesa la pareja.
Mikel, de Bilbao, trabaja como socorrista todas las tardes de verano y está muy contento con su labor. «Llevo cuatro años en la profesión y estas piscinas son las que más me han gustado». El bilbaíno destaca el abanico de actividades para todas las edades que permiten las instalaciones.
El recinto tiene a su disposición dos cursos de natación, de lunes a viernes, uno de iniciación, de 11:45 a 12:30 y otro de perfeccionamiento de 11 a 11:45. Ambos se desarrollan durante tres semanas de agosto. Guzmán y Mikel, los socorristas, imparten las clases todas las mañanas. «Es una iniciativa nueva de este año», apuntan.
Las instalaciones acuáticas de Arlanzón cuenta con un tobogán que disfrutan los más pequeños para lanzarse al agua. «No tengo muchos problemas, es una piscina muy tranquila», cuenta Guzmán. No obstante, tiene que estar atento a que el agua quede despejada antes de que se lance el siguiente por la rampa.
Por las tardes, se encarga del bar, que ofrece bebidas y comida, que incluye entre otros pinchos, raciones, bravas, rabas y perritos calientes. «El otro día hicieron una paella y estaba muy buena, tenemos ganas de probar otras comidas» cuenta Carlos, que ve esta piscina como lugar de encuentro para el pueblo.