Guillermo Arce

Plaza Mayor

Guillermo Arce


Las tres palmaditas en la cara

05/10/2023

Tocar la cara a una persona sin su consentimiento, lo mismo que el cogote, la espalda o cualquier parte de su cuerpo es una agresión, una amenaza, un acto de intimidación y un intento de humillación, aunque unas breves palmaditas no causen dolor físico, sino moral. Al alcalde Almeida se lo hicieron y quien osó está fuera del Ayuntamiento de Madrid y ha dejado (hasta la fecha) todos sus cargos representativos en el PSOE. Fue un incidente bochornoso y de él, afortunadamente, dieron cumplida cuenta todos los medios de comunicación y redes sociales. Ojalá cunda el ejemplo y no se permita 'tocar' a nadie.

Las palmaditas en la cara, en el cogote, en la espalda o en cualquier parte del cuerpo no son incidentes aislados, son mucho más habituales de lo que se cree, están a la orden del día en ámbitos donde imperan el orden jerárquico y la testosterona recalentada. Cuántas veces se observan estos actos despectivos en el mundo del trabajo, entre supuestos superiores e inferiores, indistintamente de su sexo. Las tres palmaditas (se den donde se den) subrayan el escalafón, no dicen nada, pero lo dicen todo: 'Tú te callas...', 'Quedas advertido...', 'No me toques los cojones...', 'Aquí mando yo y se acabó...'. Si pudiese, como se intuyó en el concejal matón, en vez de palmaditas iría un buen guantazo en plena barbilla...

Al agredido, la mayor parte de las veces, solo le queda apretar los puños y tragarse la agresión. No todos son alcaldes de la capital de España, ni en su día a día en la empresa merecen la atención de los medios de comunicación. El caso es que las palmaditas y los que las utilizan como agresión, intimidación y desprecio merecen un despido fulminante. Este tipo de actitudes no caben ni en un parlamento, ni en un centro de trabajo, ni en el hogar, ni en nuestra sociedad.