Después de andar muchos caminos, decía Machado  que las buenas gentes eran aquellas que trabajaban sus cuatro palmos de tierra, bebían vino si lo había y si no agua fresca; que las buenas gentes eran las que pasan, viven y sueñan. Lo escribía (Campos de Castilla, 1912) cuando, según conocía la tierra de aquella España indolente y estancada, más ansiaba la España del mañana. 

Los de su generación, los del 98, como antes sus anteriores de la Institución Libre de Enseñanza, transmisores del amor por la naturaleza, sabían del valor del paisaje para comprender, comunicar y enseñar, sabían entender mejor España desde el latido de un paisaje castellano fundido con quienes los habitan, como pasa en las pinturas de Regoyos, Zuloaga y otros pintores vascos. Castilla que hizo a España dice uno de los versos del poeta próximo a los círculos reformistas que procuraban hacer de Castilla un paisaje nacional. La Castilla de encinares que son humildad y fortaleza. De encinares que cobijan a benditos labradores desdibujando la sombra errante de Caín que encarna otra gente, la mala gente de los caminos que el poeta anduvo, los soberbios, los pedantones al paño que piensan que saben, los portadores de sombra negra que van apestando la tierra. Desdibujando, porque cuando en 1936 la sombra errante vuelva a cruzar salvajemente la negra estepa para embestir la historia, ya no es la del Caín del crimen rural y romance de ciego, ya es mucho más, es otra cosa.

Después ya, con el franquismo, Castilla congelada será ya propaganda; instrumento y argumento que se utiliza para renacionalizar el país en torno a la lengua y a valores guerreros de una tierra mostrada históricamente como unificadora, católica e imperial. Buen ejemplo, la celebración del Milenario de Castilla en 1943 en un Burgos que sirvió de escenario desbordado por el espectáculo fascista o, mejor, falangista. Al mismo tiempo, con motivo también del Milenario, el profesor Martínez Nadal organizó la retransmisión a través de la BBC de Londres de hasta 23 conferencias con otra visión, hablando de otra Castilla. Las protagonizaron profesores en distintas universidades inglesas y exiliados españoles durante su estancia en Gran Bretaña y entre los que se encontraban escritores, investigadores, biólogos, médicos, lingüistas, filósofos, historiadores o poetas. Cernuda, Pío del Río Hortega, Alfonso Reyes, Sánchez Albornoz, Salvador de Madariaga, Tomás Navarro Tomás, Mascaró, Pedro Salinas, José Castillejo o el doctor Trueta, son algunos ejemplos. Los textos, de enorme valor y varios de ellos inéditos, son ahora objeto de estudio en su contexto.

Continuará...