Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Aniversario

21/02/2024

De algunos servicios públicos indispensables como son las Bibliotecas, los periódicos no escriben mucho. Salvo excepciones, los escritores, tampoco: suelen referirse más a los libreros que les mantienen unidos con la vida que a las bibliotecas, que les mantienen unidos con la eternidad. Si en prensa digital buscas las referencias existentes sobre estos centros, a lo largo de gran parte del siglo pasado en este medio por ejemplo, Diario de Burgos, son escasas y tienen que ver con avisos y reconocimientos o nombramientos de algunos de sus directores. Pero el 10 de enero de 1946 aparecía una noticia hermosa que llevaba por título Una biblioteca en un pueblo americano. Se refería a la Biblioteca Pública de Manchester, en Connecticut, que tuvo su origen en 1840, en la compra de una colección de libros por obreros de una hilandería que contrataron a una persona que les leyera para amortiguar la monotonía de su trabajo. Insistía en la afluencia de todo tipo de público y hablaba incluso del agricultor que utilizaba su camioneta para proveerse de una caja de libros para cuando los caminos estuvieran nevados. Remarcaba cómo la gente acudía allí igual que a la tienda general o a la oficina de correos.

El 14 de febrero se han cumplido 30 años desde que se abriera la Biblioteca Gonzalo de Berceo y creo que hubiera sido necesaria su celebración con alguna programación y acciones especiales. Celebrar lo recorrido durante ese tiempo en el que tanta vida han puesto alguno que otro de los concejales, bibliotecarios, otros trabajadores municipales y becarios; animadores, artistas y creadores; colectivos prestadores de ayuda mediante convenios, trabajadores de oficios de mantenimiento, equipamientos e instalaciones; libreros, comerciales y distribuidores… Celebrarlo no es solo la proclamación de una conformidad necesaria para que todo se sostenga ensanchando el compromiso, sino que es, sobre todo, agradecimiento a toda esa cantidad de personas y agradecimiento a los miles y miles de usuarios y lectores sin los que, como en Manchester, no hubiera habido recorrido

Estos días, en la Biblioteca, como el Hawkins de La Isla del Tesoro, he vuelto a fabular, igual que entonces, por sus estanterías, por sus pasillos y por sus salas, esas que durante tanto tiempo me parecieron cálidas y llenas del latido con el que un público desbordante y participativo era capaz de iluminar cada página y cada centímetro. El latido, que es el tesoro de verdad y que cada noche, al acabarse, deja el cofre vacío hasta el día siguiente, cuando siempre vuelve.