María Albilla

Plaza Mayor

María Albilla


El arte de insultar

07/03/2024

Vaya por delante para las pieles finas que esto no es nada personal, pero qué a gusto se queda uno cuando llama a alguien 'gilipollas' (necio, estúpido, según la Real Academia Española) y, además, sabe que tiene razón. Así, bien entonado, con fuerza y con todos sus matices, es absolutamente liberador. Reconozco que tal vez no sea lo más ortodoxo que una señora como yo diga tales exabruptos en un sitio como este, pero tal y como está el patio a veces es necesario… digamos… aliñar las conversaciones adjetivando con cierta vehemencia. Así que he pensado que si adjetivo con vehemencia, por lo menos que sea con estilo, desafiando a la parte contraria y en el castellano más nuestro. Aquí les dejo unas ideas para cuando sea menester.

Por ir más suave de como he arrancado y pensando que el mundo está lleno de 'tontos', este insulto puede sonar entre vacuo e incluso pueril, pero no me digan que un sonoro 'sinsorgo' (persona de poca formalidad) no le da empaque al tema. Entone, entone, además. Nadie como mi madrina carga igual de significado esta palabra. ¡Tendrían que oírla! 

Otra que me encanta: 'fato'. Es una pena que esté en desuso como sinónimo de falto de razón o de entendimiento, pero prueben. Tengo otra: ¡No me seas 'mamerto' (con pocas luces)! 

Y es que ya no se insulta como antes… Porque ustedes me pueden llamar pesada, pero no me digan que no queda mucho mejor un 'cansalmas' para referirse a alguien que repite y repite las historias hasta el hartazgo. (Y para no ganarme el apelativo con razón, no están leyendo ahora nada del caso Koldo o de la nevada/hielo en la A-1 el pasado fin de semana).

¿Y cuándo fue la última vez que escuchó a alguien llamar a otro 'mangurrián' para referirse a alguien desaliñado o asilvestrado? Mínimo, es de abuelas. ¿Y 'mastuerzo' (bruto, torpe, cabezota)? Desde luego, vivimos en un mundo lleno de gazmoños, pelafustanes y mondregotes. No faltan cagalindes, carcundas, zangolotines ni ñiquiñaques. ¡Archipámpanos, pisaverdes y tragaldabas! Pero muchos son tan gaznápiros que si, les llamas por su nombre, no se darán por aludidos.