Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Otoño

25/09/2023

Ya se nos ha echado encima el otoño, tiempo de poetas y de noches largas, y no podemos evitar ponernos un poquito melancólicos y tristones, porque en nuestro fuero interno soñábamos con quedarnos a vivir para siempre en el verano, que es la estación en la que todas las ilusiones permanecen todavía sin desenvolver: en julio, tumbados a la orillita del mar, damos en imaginar ingenuamente que el equipo de nuestros amores ha fichado a unos futbolistas de campanillas y se cubrirá de gloria en la siguiente temporada, y que el jefe al fin se apercibirá de nuestras sobresalientes capacidades laborales y nos subirá el salario al regresar de las vacaciones, y que el niño aprenderá de una puñetera vez a calcular polinomios y en esta ocasión no hará del curso escolar un martirio inclemente. Pero llégase el otoño, y descubrimos entonces con desolación que nuestra defensa sigue siendo un coladero y encima ahora nos ha dado por sacar los córneres en corto, que en la oficina nos tratan como al último mono que hemos sido siempre y que al chaval, qué le vamos a hacer, nunca lo ha llamado nuestro señor por los senderos del álgebra ni de la geometría.

Es el mismo choque entre el deseo y la realidad que ha sufrido tras la vuelta del verano el equipo de gobierno de nuestro suelo bendito, que, si en el mes de junio fantaseaba con eliminar de un plumazo el impuesto de plusvalías, y jibarizar el IBI, y enflaquecer otros tributos hasta proporcionar a los vecinos que pagamos contribución un alivio fiscal tal que nos iba a convertir en las personas más venturosas y despreocupadas de todas las que habitan bajo la bóveda celeste, ahora se apercibe de que tal munificencia amenazaba con dejar escuálidas las arcas municipales, y que, al fin y al cabo, con algo hay que pagar los servicios públicos, así que lo mejor será dejar las cosas más o menos como están y no enredar demasiado. De sobra sabemos que algunos malpensados opinarán que a tal conclusión bien podrían haber llegado mucho antes, por el mero expediente de hacer unas cuentas muy simples hace unos meses, cuando en campaña electoral cargaban contra el yugo de los impuestos municipales. Pero, claro, entonces el otoño todavía caía muy lejos.