En la localidad de Crespos han empezado a dispararse las alarmas sobre el mal estado de su pequeño templo románico, consagrado como parroquia de Nuestra Señora del Rosario en 1143, lo que la convierte en una de las más antiguas de la Diócesis de Burgos. Las grietas, cada vez más llamativas, y el desplazamiento de sillares de la portada han comenzado a dar signos evidentes de que algo sucede desde hace unos dos años, pero las lluvias y nieve acumulada en las últimas semanas hacen temer lo peor. Un capitel de la portada ha comenzado a manar agua cuyo origen se desconoce y la preocu- pación va en aumento.
Crespos carece de junta vecinal desde hace casi tres décadas, en que su último alcalde, Eliseo Díaz, abandonó la localidad para irse a vivir a Villarcayo durante los inviernos. Era el último poblador, aunque después llegarían nuevas familias, como los fundadores en 1995 del hotel rural La Gándara, y otras que tienen allí sus orígenes o su segunda residencia.
Esta semana Alfonso Gómez Díaz, nieto de Eliseo, ha decidido poner en conocimiento del Arzobispado y del Servicio Territorial de Cultura de la Delegación de la Junta y de su Sección de Patrimonio Histórico cual es la situación de esta iglesia románica que conserva la bóveda de cañón, canecillos de valor y, sobre todo, la portada, que es la que ahora más preocupa. Junto a su esposa también contactó con la alcaldesa del Valle de Manzanedo, María del Carmen Saiz, y el párroco de Crespos, Carlos Saldaña. El Arzobispado ya ha confirmado a Gómez que enviará un técnico a la localidad para supervisar el templo.
Tanto Alfonso como otros vecinos observan con preocupación como la portada se está desplazando hacia adelante, como si fuera a desprenderse, y temen que el efecto pernicioso del agua y la debilidad del montículo de terreno sobre el que se asienta estén detrás de un movimiento que ha llegado a resquebrajar una de las campanas.
En 2007, los vecinos lograron una ayuda del convenio de las goteras de la Diputación y el Arzobispado con la que se renovó al completo la cubierta del templo y se eliminó una escalera que subía a la espadaña porque cargaba un peso dañino sobre la portada. Entonces, el arquitecto Adolfo Gutiérrez, ya advertía que el mal estado de la cimentación arrastraba al templo desde hacía años y el problema cada vez es más evidente. De hecho, una gran humedad en una de las paredes interiores nace de abajo hacia arriba y evidencia que el agua acecha a distintas zonas de la iglesia, muy visitada por turistas que llegan para conocer el bello pueblo de Crespos.
«Hemos decidido dar la voz de alarma antes de que se caiga la portada», declaraba Gómez, quien ha solicitado que se realicen estudios y que expertos en patrimonio evalúen el estado de la iglesia y de la portada y en base a sus conclusiones se pongan medios para evitar que el deterioro vaya a más. Gómez también se muestra partidario de que la iglesia sea «protegida declarándola Bien de Interés Cultural (BIC)», puesto que tres viviendas de Crespos ya cuentan con protección estructural y no se puede modificar nada en ellas sin el acuerdo de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, dado su valor patrimonial. «No se entiende que no podamos mover un alero y la iglesia no esté protegida», señala Gómez desde Crespos, donde seguirán trabajando hasta lograr una solución para el templo.