Guillermo Arce

Plaza Mayor

Guillermo Arce


Política de ascensor

10/02/2022

Harían bien los candidatos en hacer campaña por los ascensores, porque en la ascensión entre el portal y el octavo piso (y más si se aprovecha el viaje ordenando los sobres de propaganda electoral dejados en el buzón) uno se entera de qué es política real para los vecinos. Y, de entrada, no deja de sorprender lo lejos que aún está Valladolid de la vida de muchos, lo ajenos que quedan los candidatos en liza (de los que de no se conocen ni su nombre) y lo fácil que es caer en la conversación en la confusión de churras y merinas, culpando al Ayuntamiento de lo que hace la Junta de Castilla y León y al Estado de lo que son cosas de la Diputación y viceversa en todos los casos. No nos engañemos, hay gente -y no pocos- que aún desconoce que los inquilinos del Parlamento regional a los que votamos son procuradores, no diputados ni concejales... 

Lo que ya no sorprende, en cambio, es el hartazgo generalizado que causan las campañas, sus usos y formas totalmente trasnochados y faltos de cualquier atractivo, y la ausencia del más mínimo interés y credibilidad por los mensajes que se escuchan. 

Pero el problema es que este 13-F vamos a las urnas con un sobre pelao. A diferencia de otras citas en las que se votaba a nivel nacional y local, ante la urna no existirá esa referencia de un presidente del Gobierno o un líder de la oposición que copan los telediarios todos los días, ni tampoco del alcalde de turno que puede caer mejor o peor dependiendo de si ha puesto semáforos en mi calle o ha organizado unas fiestas de relumbrón. 
Castilla y León y Europa son vitales en el día a día del ciudadano, pero ni los parlamentos de Valladolid ni el de Estrasburgo se han quitado el sambenito de ser segundo plato electoral si hay municipales y nacionales. Es triste, pero es así, el desapego de la política se hace realmente evidente cuando los ciudadanos están llamados a hacer política.