Las fortalezas del Vía Crucis

I.L.H. / Burgos
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La procesión con antorchas prolongó su recorrido medio kilómetro al bajar del Castillo por la muralla de San Esteban. También ganó sonoridad al distribuir mejor los altavoces por unas estaciones de piedra pendientes de restauración

El vía crucis del Castillo es una procesión siempre concurrida. A los asistentes ayer no les pasó desapercibida la nueva iluminación de la Catedral, que destacó en una noche oscura y nublada. - Foto: Alberto Rodrigo

Inicio y fin en el mismo punto, el interior de la iglesia de San Esteban. Por primera vez el templo que acoge el Museo del Retablo fue la salida y la llegada del vía crucis penitencial con antorchas que se desarrolla alrededor del Castillo. Hasta ahora el recorrido iluminado por los candiles terminaba los rezos de las catorce estaciones en la zona alta de la ciudad, en el mirador, y ahí se disolvía. Pero esta vez, y dado que la lluvia finalmente no llegó, se estrenó un itinerario más extenso: añadió medio kilómetro al bajar hasta el arco de San Esteban para retornar en dirección al interior de la iglesia, desde donde salió a las ocho y media de la noche.

Esta fue una de las novedades de una procesión que persigue ser el reclamo para los más jóvenes. Con esa intención como el año pasado -junto a la tradicional cruz con sudario-  los católicos de menos edad se encargaron de llevar a hombros otra cruz de madera que es la de las Jornadas Mundiales de la Juventud y que pertenece a la parroquia de San Juan Pablo II. Son ellos también  los que dirigieron los rezos y los que se turnaron para transportarla por las cuestas del Castillo. «Lo primero que perseguimos es consolidar esta circunstancia», explicaba ayer Luis Manuel Isasi, presidente de la Junta de Semana Santa.

La segunda idea era mejorar esta cita con ese recorrido que mencionábamos que retorna a la iglesia de la que partió y ganar, además, en sonoridad. Ese aspecto se consiguió repartiendo  los altavoces por lugares estratégicos de las catorce estaciones -algo que ya se hacía, pero que se trató de repartir mejor-. La buena distribución contribuyó a que el rezo se escuchara tanto por los que iban en la parte delantera como al final y también que las canciones interpretadas con una guitarra pudieran ser coreadas por los feligreses.

Lo que no se consiguió mejorar en la procesión de ayer fue el estado de las piedras y cruceros que señalan el vía crucis, y que la Junta de Semana Santa lleva años reclamando su restauración. De hecho, en la segunda estación, la que se detiene a la altura de las excavaciones de la iglesia de San Román, las linternas de la procesión iluminaron un árbol puesto que falta la cruz.

El itinerario y sobre todo la luz de las antorchas hacen de esta una de las procesiones más populares de la declarada fiesta de interés turístico nacional y ayer volvió a demostrarlo, con numeroso público acompañando el rezo que se detiene en los momentos vividos por Jesús de Nazaret desde su prendimiento y condena hasta su muerte en la cruz y posterior sepultura.