La OTAN celebraba este jueves el 75 aniversario de su fundación en medio de un escenario bélico de consecuencias impredecibles pero que pone a prueba la fortaleza y la capacidad de adaptación de la abril. Nació un cuatro de abril tras la Segunda Guerra de Mundial, en plena Guerra Fría, para mantener a raya a Rusia. Los tiempos han cambiado, los desafíos también, así como la forma de afrontarlos, pero la amenaza sigue teniendo nombre propio, Rusia. Su voracidad imperialista la ha llevado a invadir Ucrania usando como pretexto la expansión hacia el este de la OTAN que vendría a amenazar sus fronteras. No se vislumbra una solución pacífica para desgracia de una Ucrania que se ha convertido en un símbolo de resistencia pero que expone el liderazgo de la Alianza Atlántica. Sobre todo después de su controvertido papel en una Afganistán abandonada a su suerte en manos de los talibanes tras un despliegue de alto coste económico y humano para la alianza.
El conflicto de Ucrania ha enfatizado el liderazgo de una OTAN esforzada, con motivo de su onomástica, en exhibir fortaleza y unidad sin fisuras. Precisamente, su todavía secretario general, Jens Stoltenberg, felicitaba los logros más recientes, como haber pasado de 12 miembros iniciales a los 32 de la actualidad, al tiempo que apelaba a la unidad entre América y Europa. Un mensaje con destinatario claro. Porque además de Rusia hay otras amenazas. Una de las principales a la estabilidad del conglomerado es el más que posible regreso a la Casa Blanca de Trump, quien exige un mayor compromiso de los miembros de la alianza en Defensa. Lo que viene demandando el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pero con unas formas más rupturistas.
El gasto militar ha pasado al primer plano del debate. En el actual escenario, no basta con salir en la foto y reiterar el apoyo al país agredido, en este caso Ucrania. Hay que demostrarlo de forma decidida. España es uno de los países de la OTAN que menos fondos destina a Defensa. Por debajo del dos por ciento de su PIB exigido por EEUU y solo por delante de Luxemburgo y Bélgica. La prórroga de los Presupuestos no va a engordar una cifra pírrica en parte por la histórica reticencia de la izquierda, que ha elevado a categoría de tabú la inversión militar. No se contempla como una fórmula para fortalecer el papel de nuestro país en el ámbito internacional. Sánchez lidera la batalla diplomática contra Israel pero especula con la aportación de España para que Ucrania pueda hacer frente a Rusia. No es tiempo de mirar hacia otro lado ni de gestos vacíos. Cuanto antes se tome conciencia de la situación y de los medios para afrontarla más preparados estará Occidente para lo que pueda venir.