Un sabroso negocio al calor del Camino

R.E.M. / Hontanas
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Laura García abre en Hontanas un restaurante para aumentar los servicios del pueblo y que lo puedan disfrutar los peregrinos y toda la comarca

En el Don Rodrigo no faltan menús como la olla de San Antón o el cordero guisado. - Foto: Valdivielso

Con ilusión y ganas por impulsar su pueblo y su comarca, Laura García Varas se ha lanzado este año a la aventura de abrir el restaurante Don Rodrigo en Hontanas. «Queríamos complementar la amplia oferta turística que tenemos aquí -con albergues, el spa o las piscinas de verano- y muchos vecinos de los alrededores pedían contar con algo así», comenta la empresaria, que estudió Turismo y demuestra que en el medio rural también existen salidas.

Los negocios de Hontanas, municipio de la comarca Odra-Pisuerga con 73 censados, se centran fundamentalmente en prestar servicio a aquellos que realizan el Camino de Santiago. «Con las olas de calor ha habido muy pocos peregrinos y ha sido flojo en ese sentido, pero este verano ha venido mucha gente de la comarca a comer y cenar en nuestro nuevo restaurante», explica García, que abrió el local hace unos meses y se muestra especialmente contenta con la respuesta que ha recibido del público.

En este nuevo restaurante cuentan con menús con alimentos típicos de la zona, como la denominada olla de San Antón o el cordero guisado. También tienen platos combinados, ensaladilla rusa, pasta o paella. De picoteo disponen de zamburiñas, langostinos, calamares, hamburguesas, nachos, embutidos o quesos de pueblos próximos como Hinestrosa, Villasilos y Sasamón. Y ademán incluyen una oferta para vegetarianos y celiacos con el objetivo de dar opciones a todos los posibles clientes.

«Es difícil empezar, pero esto es un negocio familiar y tenemos un gran equipo que nos hemos podido ir organizando», manifiesta. También se encarga de gestionar el albergue El Puntido y el hotel Villa Fontanas. En total están ocho personas trabajando entre los tres negocios y considera que resulta complicado contratar gente nueva pese a que se trata de jornadas completas. «Si tienen que venir de Burgos ya les cuesta más, aunque en verano siempre sale gente de la zona y estudiantes que buscan trabajar», explica. Permanecen abiertos desde marzo a noviembre, cuando hay una mayor afluencia de peregrinos, ya que el resto del año tampoco merece la pena debido a la poca demanda que existe.

«Todo funciona alrededor del Camino y eso facilita que se abran nuevos negocios, pero luego se suma el complemento de la comarca que se acerca a conocerlo», comenta García, que considera vital la ruta jacobea para la economía del medio rural. De hecho, sin un impulso tan grande como el que ofrecen los peregrinos resultaría imposible poner en marcha proyectos de esta magnitud en los pequeños pueblos burgaleses.