«Los niños deben ver las fábricas donde trabajan sus padres»

G. ARCE / Burgos
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La apuesta por la formación avanzada y la cultura son las alternativas de urgencia para una urbe que ya ha entrado en la espiral de la despoblación

Vistas del polígono industrial de Villalonquéjar. - Foto: Alberto Rodrigo

Uno de los aspectos más positivos de los años del Polo es que Burgos contaba con una gerencia encarga de promocionar, gestionar y coordinar el ingente desembarco industrial que se produjo. «Es lo mismo que necesitamos ahora, una concejalía de Industria, un equipo con medios y recursos materiales y económicos enfocado a atender las necesidades empresariales de la ciudad».

Burgos fue reivindicativo en los años 60 y lo debe seguir siendo ahora. Se está perdiendo la referencia de los grandes corredores europeos, pierde el tren (transporte básico para una economía descarbonizada), pierde el avión y pierde la gran logística y con ello la posibilidad de generar grandes cadenas de producción en el territorio.

«Los políticos no han estado a la altura (los que se empeñan, consiguen lo que quieren para sus territorios) y tampoco la sociedad ha sido realmente consciente de lo que estamos perdiendo», reflexiona Gonzalo Andrés.

Hay un gravísimo problema de fondo: la despoblación y el envejecimiento y, en paralelo, la emigración hacia los grandes centros económicos del país, las grandes capitales. 

Hasta el inicio de siglo, Burgos fue la única capital de la región que seguía ganando población (más de  7.000 nuevos habitantes entre 1991 y 2005). Desde 2013 ha perdido casi 6.000 habitantes, pese al repunte de los últimos meses. «La despoblación ha llegado a las ciudades medianas en favor de los grandes centros metropolitanos. Nuestro modelo a seguir es Vitoria, que ha superado los 200.000 habitantes».

¿Cómo ganar 30.000 habitantes más? Generando puestos de trabajo, buenas conexiones ferroviarias y por carretera con Madrid y País Vasco y apostando por la cultura y la educación.
«Nos equivocamos si no entendemos a Burgos como una ciudad universitaria, en la que exista una perfecta conexión de las aulas y los laboratorios con las empresas. El Polo triunfó por la formación, por el papel de centros educativos vinculados a la Iglesia de la que salieron cientos de profesionales para las empresas. Ahora debe ser igual: la Universidad y las escuelas profesionales tienen que estar metidas en las industrias».

Gonzalo Andrés alerta de que los más jóvenes desconocen la historia del Polo, pese a ser hijos, nietos y biznietos de las familias que hicieron de Burgos una gran ciudad industrial. «Si no sabemos de dónde venimos, vamos mal. La industria es parte de nuestra identidad, de nuestra cultura y debe estar presente en las aulas y en los museos. Los niños tienen que ver las fábricas donde trabajan sus padres».