El tesoro está en los huesos

P.C.P.
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Los sarcófagos visigodos de Ubierna cobijan a dos varones adultos y robustos, Howard y Carter, enterrados sin armas ni joyas hace unos 1.500 años. Los restos se extraen en el Museo de Burgos, que nunca antes había acogido una excavación

La excavación se considera doblemente excepcional, por hallar los sepulcros intactos y por su final en un Museo, el de Burgos. - Foto: Valdivielso

'Veo cosas maravillosas'. No hay aficionado a la arqueología que no sepa quién y dónde pronunció esa frase. El cuándo se reserva a los profesionales. Por eso Óscar González bautizó a los dos individuos que han yacido durante cerca de 1.500 años en los imponentes sarcófagos visigodos en cuanto tuvo Diario de Burgos en sus manos, vio el titular de portada, 'El tesoro de Ubierna', y a continuación la fecha: 4 de noviembre de 2022.

Ese mismo día, 100 años antes, se envía de Egipto a Londres un telegrama: Por fin he hecho un descubrimiento maravilloso en el Valle: una magnífica tumba con sellos intactos; La he vuelto a recubrir, dejándola como estaba, a la espera de que usted llegue. Felicidades. Lo firma Howard Carter nada más descubrir la tumba de Tutankhamón, que solo se abre en presencia de su mecenas, Lord Carnarvon, el 26 de noviembre. Es entonces cuando pasan a la historia las palabras del arqueólogo, las únicas que acierta a pronunciar ante la magnitud del tesoro que se revela ante su vista.

Howard y Carter se llaman los dos vecinos ilustres de Ubierna que reposan desde hace tres meses en el claustro del Museo de Burgos. Como pasó con el joven faraón, nadie ha violentado su morada ni son okupas de esas tumbas; se labraron para ellos entre los siglos VI y XI, si bien Óscar González se inclina a pensar que no más tarde del s. VIII; y no han sido abiertas nunca. 

Como Carter, el equipo de Ades Arqueología necesitó una dosis extra de paciencia. En la campaña de 2021 llegó hasta las tapas de unos sarcófagos que intuía estaban ahí pero tuvo que parar y esperar al otoño de 2022 para confirmarlo. Comenzada la excavación, pasaron semanas allí hasta que se produjo la extracción de los sepulcros, un tiempo en el que contaron con la suerte y la colaboración de la Guardia Civil para ahuyentar a los expoliadores, que se han convertido en un enorme quebradero de cabeza para los arqueólogos.

A salvo en el Museo de Burgos, los esqueletos ya han empezado a contar su historia, a responder alguna de las muchas preguntas que surgieron al levantar esas tapas labradas, en definitiva, a desentrañar el secreto de Ubierna. Se trata de dos hombres adultos, mejor dicho, dos hombretones, grandes y robustos, dado el tamaño y la longitud de sus huesos. Concuerda con la hipótesis de que sean pobladores visigodos de primera o, como mucho, segunda generación, sin mezcla con los íberos, altos y atléticos. 

Los esqueletos se han encontrado desplazados, como ya dejaba entrever la posición de los cráneos el día de la extracción de los sarcófagos, aunque lo achacan a un efecto del agua. En algún momento a lo largo de tantos siglos se ha producido una pequeña filtración que ha elevado los esqueletos y, una vez evaporado el líquido, han vuelto a depositarse en otro lugar dentro del habitáculo. Por ejemplo, el coxal de Howard ha aparecido sobre el cráneo. «Los huesos planos flotan mejor», apostillan para explicar esta desconexión anatómica.

Al margen de los huesos, no han aparecido más 'cosas maravillosas' en los sepulcros. Ni armas, ni joyas, ni ajuar. No ha sido una decepción, al menos no total, porque al mes de que se depositaran en el Museo de Burgos y mientras secaba el limo que cubría los esqueletos ya pasaron un detector de metales que avanzó esa conclusión.

Sin embargo, los restos óseos se encuentran en un estado «perfecto» para obtener de ellos una valiosísima información que ya han empezado a emitir . «Los huesos nos hablan», susurra Nico Cirotto, que junto con Alba Navarro colabora con Ades Arqueología en esta excavación. Ambos paleoantropólogos pertenecen al laboratorio de Evolución Humana de la Universidad de Burgos, el que trabaja con los fósiles humanos de Atapuerca, donde se depositarán los dos esqueletos de Ubierna a finales de semana. Allí les esperan pruebas de Carbono 14, los estudios de ADN y los antropológicos, que desvelarán su dieta, sus enfermedades...

Por ahora, ya saben que los huesos que aparecieron en una cista junto a los dos sarcófagos de Ubierna pertenecían a un solo individuo, también adulto, con un fuerte golpe que le causó una fractura de clavícula y unas vértebras que «habían sufrido mucho», detallan.

Para el futuro inmediato confían en que los Lord Carnarvon de estos Howard y Carter en versión castellana, que no son otros que los alcaldes de Ubierna y de la Merindad y sus respectivos equipos, les permitan realizar al menos otra campaña para cerrar el círculo alrededor de la ermita de Montes Claros y excavar en su cabecera. Al lado izquierdo, según se entra, aparecieron los enterramientos más antiguos, al lado derecho, los ya famosos sepulcros visigodos. ¿Quién sabe qué más tesoros custodia?

Mientras, aprovechan para filmar un documental con final abierto, del que esperan todo salvo emular a Carter y tener que titularlo La maldición de Ubierna.