El sarcófago multiusos

P.C.P. / Burgos
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Los vecinos de Ubierna reciclaron hace unos 500 años varios sepulcros visigodos para construir una canalización de aguas, según los últimos hallazgos arqueológicos en la ermita de Montes Claros

Este sarcófago de la canalización tiene la misma decoración que los que se exhiben en el Museo de Burgos. Detrás, tumba hecha con lajas y varios cráneos amontonados. - Foto: Ades Arqueología

Lo que a nosotros se nos antoja una joya digna de museo, a nuestros antepasados de hace 5 o 6 siglos les sirvió para hacer un apaño, probablemente igual o más valioso para su día a día. Esta moda en apariencia tan actual de dar una segunda vida a los objetos y reciclar, se lleva practicando miles de años, con mayor o menor fortuna, en el arte y en la arquitectura. Mezquitas que se transforman en iglesias, capiteles y sillares reutilizados en palacios y domicilios particulares, desnudos que se cubren hasta parecer santos, construcciones griegas o romanas empleadas como relleno para obra pública...

Semejantes destrozos aportan, en el fondo, mayor valor a todo aquello que se encuentra completo, intacto y en su contexto. Así ocurrió en Ubierna el año pasado, con los bellos sarcófagos visigodos en los que estaba enterrada una corpulenta pareja que vivió entre los siglos VI-VII. Óscar González y Gerardo Martínez, de Ades Arqueología, han desarrollado en las últimas semanas una nueva campaña de excavaciones a los pies de la ermita de la Virgen de Montes Claros y han sacado a la luz varios sepulcros más, con una decoración similar de círculos concéntricos incisos, pero con una función totalmente diferente a la que se pensó cuando les tallaron. 

Cual navaja suiza, a estos sepulcros les convirtieron hace siglos en tuberías con las que conducir el agua de un manantial hacia una zona baja de la necrópolis, donde hoy está la carretera de acceso al pueblo, y evitar que llegase a la ermita. «Es curiosísimo», apunta González. Ya en la campaña de 2020 realizaron un sondeo en una zona contigua y encontraron lo que podía ser una canalización con sarcófagos volteados, extremo que ahora se confirma. «Alguna pieza la utilizan entera y otras los trocean y colocan» hasta encajar el puzzle. «Por medio se cargan tumbas y destruyen todo a su paso», añade el responsable de Ades Arqueología, por lo que se han encontrado con «un montón de huesos descontextualizados y revueltos», que previamente ocuparon esos enterramientos. En la imagen principal se observa una tumba hecha con lajas de algún sarcófago ya reutilizado, que posteriormente fue seccionada por la canalización y con varios cráneos amontonados en ella.

Aunque no han encontrado nada que permita datar esas obras de canalización, el desapego con el que tratan los restos humanos les lleva a estimar que se pudo construir entre los siglos XV y XVI, cuando «ya se le ha perdido el respeto a la necrópolis y no hay ningún vínculo afectivo ni familiar con quienes allí reposan», añade González, que lamenta no disponer tampoco de documentación que hable de aquellas posibles actuaciones.

Los resultados de este año se ponen en contexto con las zonas contiguas excavadas en los años 2020, 2021 y 2022, «obteniendo virtualmente un montaje de toda la excavación en la cabecera de la ermita», reseña el arqueólogo.

Así mismo, Ades ya tiene perfectamente secuenciada la existencia de una necrópolis en el entorno de la ermita del siglo III (con enterramientos romanos, puesto que los cuerpos no aparecieron en la posición este-oeste típica de los cristianos; sino orientados norte-sur) hasta el XIII (Baja Edad Media), pasando por la famosa pareja de época visigoda -bautizados como Howard y Carter, en realidad una mujer- cuyos esqueletos fueron hallados intactos dentro de los sarcófagos. Ahora busca determinar si antes de la ermita existió allí un edificio de culto previo a los cristianos visigodos. «No lo hemos podido confirmar en esta campaña», asume González, que sin embargo destaca el hallazgo de algunos restos de cerámica romana junto a la zanja de cimentación de la ermita.

De ahí que miren ya al futuro y piensen en una posible intervención en el interior de Montes Claros, que obviamente dependerá de la voluntad del Ayuntamiento de la Merindad de Río Ubierna y la Junta Vecinal de Ubierna, firmes defensores de la investigación sobre la historia y el patrimonio de las localidades del extenso municipio, de la ayuda de la Diputación de Burgos y su línea de subvenciones, y de la autorización del Arzobispado como propietario de inmueble.