Café caliente y un buen jersey

B.G.R.
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La mayoría de las tiendas aún no ha encendido la calefacción e intentará aguantar lo máximo para que la factura no se dispare

En la boutique María Antonia el café reconforta a la dueña. - Foto: Valdivielso

Bufandas y jerséis gruesos, un café caliente a media mañana y el chaleco a mano por si resulta necesario. El control de la climatización se extiende a la mayoría de los comercios, más que por la aplicación del plan de ahorro energético del Gobierno por controlar unas facturas que no paran de crecer. Los escaparates se apagan puntualmente a las diez de la noche e, incluso, media hora antes cuando hace un año podían permanecer encendidos pasadas las once. Los muelles en las puertas parecen estar generalizados con el fin de que se cierren en cuanto entra o sale un cliente, mientras que brillan por su ausencia los carteles informando de las medidas de eficiencia adoptadas.

Es lo que puede verse en un recorrido por las calles del centro de la capital, donde el calor se deja notar más en el interior de las grandes cadenas, aunque aseguran que los termostatos permanecen limitados para no sobrepasar los 19 grados. En algunas tiendas de proximidad las puertas permanecen abiertas, «porque no tenemos fuente de frío ni de calor», tal y como asegura Silvia Medina, de E330, en Almirante Bonifaz, quien echa un vistazo a los 16 grados que recoge el termómetro. «Si las cerramos entran muchos menos clientes», reconoce dentro de una visión poco optimista de la situación del sector. «Si seguimos abiertos el año que viene, haremos una fiesta», ironiza, al tiempo que agradece el impacto de los bonos al consumo municipales. 

A unos metros de este establecimiento, Raquel Sebastián, de la tienda de ropa Diverso, muestra los 17 grados del local, sin que por ahora hayan recibido quejas de los clientes por frío. Otra cosa es permanecer en el negocio durante todo el día, lo que hace que las dependientas se abriguen al máximo y piensen ya en un chaleco para los momentos más gélidos, ya que valora que los 19 grados fijados no son suficientes para una ciudad como Burgos. En su caso, el cartel informativo está visible desde la entrada en vigor del plan.

El control de la climatización ya se estaba aplicando desde hace tiempo en Calzados Ruiz, aunque ahora se ponga más atención en las medidas de ahorro. «Tenemos la puerta cerrada y controlamos la calefacción de manera razonable para que el cliente se sienta a gusta y el consumo no se dispare», asegura Alonso Ruiz, quien admite que, lejos de reducirse los gastos la factura de la luz, «se ha duplicado respecto a hace un año». 

Paloma no ha encendido la calefacción de su tienda (María Antonia) y echará mano de un calefactor cuando no tenga visitas. Asegura desconocer la existencia de ayudas públicas, al igual que el detalle de algunas medidas, y mientras se toma un café caliente, asume con resignación que la solución pasa por abrigarse.