Los jóvenes del grupo de música cristiana Hakuna acababan de terminar su intervención en el acto central de la recreación del último adiós de María a Jesús camino de la muerte, cuando una ambulancia ha tenido que cruzar la abarrotada plaza del Rey San Fernando por el pasillo central, reservado a cofrades, para atender un aviso de infarto. La multitud ha contenido la respiración, mientras el abad de la Semana Santa, Agustín Burgos, pedía unos minutos para dejar trabajar a los sanitarios, que enseguida abandonaron la plaza con rumbo al hospital. El Encuentro entre Nuestra Señora de los Dolores y Jesús con la Cruz a Cuestas prosiguió entonces de acuerdo a lo habitual, pero con mucha más gente que otros años. Tanto en el público como en las dos cofradías protagonistas: la de la iglesias de San Gil, que porta a la Dolorosa, y la de San Cosme, que lleva la imagen de Jesucristo.

El prior de esta última, Jaime Prado, explicaba antes del comienzo de la procesión del Encuentro, la más famosa y sentida en la capital, que la Archicofradía ya roza los 500 nazarenos  y que esta tarde, de hecho, iban a batir récord de participación: «El año pasado salimos unos 287 y hoy [por ayer] contamos con llegar a los 320». El secreto de la hermandad, con más de doscientos años de historia, está en que «somos como una familia y contamos con un grupo joven que empuja mucho», explicó el prior, vinculado a San Cosme desde que nació: «Me viene por herencia», reía.

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