René Payo

Del Ayer al Hoy

René Payo


Rioseco

13/12/2022

Aunque en los últimos años mucho se ha escrito sobre 'el milagro del monasterio de Rioseco', quizá aún sean pocos los burgaleses que han comprobado en persona en qué consiste este fenómeno. Hace cinco lustros, cuando visité por primera vez este cenobio cisterciense situado en el valle de Manzanedo, me impactó la grandeza de unas ruinas que evidenciaban siglos de gloria y tiempos de abandono e incuria. No me podía imaginar un futuro de nuevo esplendor como el que vive este notable conjunto en nuestros días. Un conjunto integrado en uno de los paisajes más bellos de la provincia en el que destaca la magnífica iglesia gótica -por fortuna salvada in extremis de la ruina- y que tiene continuidad en los edificios abaciales renacentistas y en el claustro clasicista, que todavía se yergue orgulloso en algunas de sus alas. Hoy, sin embargo, una visita a Rioseco es quedar impregnado de esperanza en el porvenir de nuestro Patrimonio. 

Pero el milagro de Rioseco no ha sido un fenómeno sobrenatural. En su gestación ha intervenido la pasión de un grupo de hombres y mujeres maravillosos que han entregado tiempo, trabajo y dinero por un fin que hoy luce esplendoroso. Muchos son los responsables de este éxito, encabezados por un párroco, Juan Miguel Pérez Pulgar, ejemplo de entrega en su actividad sacerdotal y de compromiso con el patrimonio. Junto a él, Esther López Sobrado, gran profesora y magnífica historiadora, que ha tenido en Rioseco uno de sus grandes proyectos vitales en los últimos años. Aun a riesgo de no citar a otros muchos que, primero en la Asociación Salvemos Rioseco y luego en la Fundación Rioseco, han trabajado y siguen trabajando por este fin, quiero recordar a Félix Escribano, arquitecto especialista en el Patrimonio arquitectónico, redactor de varios proyectos de conservación e intervención en el monasterio, y a Javier Vicente, ese hombre que tanto ha hecho y sigue haciendo por la cultura burgalesa desde múltiples flancos. Pero sobre todo quiero traer aquí el recuerdo de todo ese grupo de voluntarios y voluntarias que año tras año han dejado en Rioseco, con su labor, algo más que un grano de arena, comprometidos con una historia que es la nuestra y que no nos podemos permitir el lujo de que quede borrada por la desidia.

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