Los viejos rockeros nunca mueren y siempre dejan su impronta, pero tienen derecho a descansar y a disfrutar de una vida hasta ahora dedicada al trabajo. Los ciclos se terminan y llega el momento de la Bodega Marcos, que baja la persiana 38 años después de que Miguel Ángel Marcos se lanzara a la aventura de regentar este establecimiento. El último clásico de la calle Avellanos dice adiós, ya que Luis Madrid dio el relevo en el Mesón El Avellano el pasado agosto tras 27 años detrás de la archiconocida barra de este céntrico enclave.
La Flor, el Astorga, la Riojana, el Sotillano, el Capitol, Los Serranillos... la lista de bares que caracterizaron esta tradicional calle burgalesa a lo largo de los años es interminable. Algunos se reinventaron con nuevos modelos de negocio. Otros, por su parte, cedieron el protagonismo a diferentes proyectos comerciales.
El adiós de la Bodega Marcos tiene un significado especial porque supone el fin de una época histórica para la hostelería local. Y eso que el testigo cogido por Roberto Ramos y Candela Bol en el Mesón El Avellano aún mantiene viva la llama de los bares de siempre, esos que cuentan con el respaldo de la clientela más fiel.
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