Dicen que ninguna persona muere mientras haya alguien que la recuerde. De ahí la batalla contra el olvido que emprendió Eduardo Vicario hace casi dos décadas y cuyo final empieza ya a acariciar. Este profesor de Historia, natural de Valdeande, se propuso recabar el nombre y los apellidos de todos los nacidos, bautizados, casados y fallecidos en su pueblo desde el año 1616 -antes no hay datos- hasta principios del sigo XX. Una investigación de innumerables horas que va dando sus frutos. En estos momentos, lleva registrados más de 3.500 valdeandinos.
"Pronto llegaré a los 4.000. Ya tengo todos los casados hasta el año 1910. A partir de ahí, de comienzos del siglo XX, ya se puede enlazar con la gente que has conocido", cuenta. En lo que respecta a los difuntos, ha revisado los registros hasta mediados del siglo XIX y en el capítulo de los nacidos y bautizados ha llegado hasta 1894.
Inscripciones que Vicario ha ido escribiendo una a una de su puño y letra durante casi veinte años tras acudir cada viernes al Archivo Diocesano de Burgos. "Como ese día no tenía clase, me presentaba allí como un clavo. Sólo había siete asientos, así que si llegabas tarde te quedabas sin investigar", recuerda. Después digitalizó cada una de sus anotaciones y ahora su idea es publicar un libro "para que todo el mundo conozca las historias que tuvieron lugar en el pueblo. Se trata de poner nombres a todo lo que ha estado parado, darle visibilidad, compartir una fuente de historia".
Además del Archivo Diocesano, Vicario también recurrió al Registro Civil del Ayuntamiento de Valdeande y al archivo del Monasterio de San Agustín, que contiene el Catastro de Ensenada, "donde figuran las propiedades que tenía cualquier vecino del reino de Castilla". Así, por ejemplo, este docente, que trabaja en el IES Juan Martín el Empecinado en Aranda, tiene en sus manos la partida en la que se dejó constancia del asesinato en 1849 de los alcaldes de Caleruega y Valdeande, Sebastián Delgado y Francisco Vicario, a cargo de una partida de soldados carlistas.
"Los más mayores me decían que estas muertes se produjeron antes de la Guerra Civil. Efectivamente, empecé a tirar del hilo hasta que encontré el año concreto". La viuda del regidor, Catalina Vicario, recibió una especie de pensión de orfandad por parte de la reina Isabel II "para gratificar lo que hicieron".
Entre el sinfín de historias a las que ha puesto nombre y apellidos también destaca la muerte "de un tal Manuel Abejón que se cayó del campanario" o la partida de bautismo de Florentino Reyzábal, "cuya familia se hizo famosa por sus propiedades en Madrid y el incendio del edificio Windsor".
Vicario no descarta incluir en su monográfico, cuyos fondos destinará a una causa solidaria, unas cuantas hojas en blanco para que los propios valdeandinos "se impliquen y las completen".